jueves, 24 de junio de 2010

Gracia por Fe y no por Obras!

Hoy es uno de esos días cuando hay tantas ideas fluyendo a través de mi cabeza que no sé por dónde empezar, mientras me encuentro meditando sobre el fruto de nuestros esfuerzos y la inconmensurable e inescrutable gracia de Dios.
Llegamos ayer a Guatemala a las 2:30 PM y una hora mas tarde, ya estaba yo en un servicio de acción de gracias, frente a cincuenta cristianos amantes de Dios, predicándoles sobre la gracia de Dios y su infinita sabiduría y misericordia.
Y en retrospectiva, a veces no puedo evitar flotar en los vientos de mis asombros de mi admiración y deslumbramiento. Es como si estuviera yo viviendo en un sueño, en un mundo surrealista creado sólo para mi imaginación.
Y luego vienen momentos como éste, oportunidades excepcionales de manifestar la expresión de su magnificencia, y de su infinito amor por su creación, y la dulce realidad de su vida en mi vida me golpea de frente, y el hermoso calor del entendimiento de esta realidad se sienta en mi corazón.
Y esta realidad me dice que soy un hijo de Dios, soy un heredero del Reino de los cielos, soy un sacerdote y un niño príncipe, y todo lo que hago o pienso o hablo tiene consecuencias eternas, y este Glorioso regalo se me ha dado a mí para ser un embajador del Dios todopoderoso y de su Hijo Jesucristo. Y digo WOW, esto es indescriptible.
Y eso es exactamente lo que somos, y cuando lleguemos a comprender la verdad de nuestra identidad en Cristo, cuando lleguemos a capturar el entendimiento de que estamos seguros en su presencia, y que no importa lo que sucede fuera del ámbito de nuestra relación con Dios el Padre y con su Hijo, nuestro Señor y Salvador Jesucristo, y con el Espíritu Santo que mora en nosotros, estamos seguros, y el enemigo no puede tocarnos.
Pero aún hay mucho más, yo pertenezco a la familia real y soy significativo. Puedo caminar con la cabeza en alto y actuar con valentía, sabiendo que mi nombre está escrito en el libro de la vida, y que yo sólo soy un extranjero residente de esta tierra, que mi ciudadanía está en los cielos.
Pero vamos a dar un paso atrás por un minuto, y repensar todo esto.
¿Qué hicimos para merecer estos privilegios, que nos hace a nosotros tan especiales que podemos proclamar a ser hijos de Dios? que nos da el derecho a sonar presuntuosos al expresar nuestra seguridad en Cristo?
La respuesta es: no hay nada que podamos hacer o decir para borrar nuestras actitudes pecaminosas.
Es por ello que existe la gracia de Dios, esta es la razón por la cual Jesús tuvo que hacerse nada, tomando la naturaleza de siervo. Tuvo que venir en la semejanza del hombre, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte en la cruz (Filipenses 2:7-8); con el fin de que la perfecta justicia de Dios fuese aplicada a nosotros a través de la sangre derramada de su hijo.
“Porque es por gracia que hemos sido salvos mediante la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios, no por obras, para que nadie se gloríe" (Efesios 2:8-9)
En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de la gracia de Dios que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia. (Efesios 1:7-8).
El Honor de servir a nuestro señor Jesucristo supera cualquier posición humana, o todas las riquezas o la fama. Y la recompensa es inmediata y va mucho mas allá que cualquier recompensa que hombre pudiera darte. Esto no es algo que persona humana pueda comprar con dinero o poder, solo puede ser comprado con amor y rendimiento al Señorío de Jesús, y con la obediencia a sus mandamientos,
Si deseas darte una oportunidad, llámame, o llámale directamente a el, él está escuchando!

Rev. José A. Luna
Siervo de Cristo Jesús

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