viernes, 26 de noviembre de 2010

Una Gerra Diferente!

De pie en una colina sobre la ciudad, veo el esplendor de los edificios de lujo cerca del centro, muchos de ellos con arquitectura extravagante, o diseños imponentes, o simplemente prácticos y eficientes. Sin embargo, todos muestran el exquisito gusto de aquellos que controlan las riquezas y el lujoso despliegue del poder y la superioridad financiera. En contraposición, desde la misma colina podemos ver las áreas marginadas, los guetos, las miríadas de viejos y deteriorados edificios, carcomidos por el oxido y la falta de cuidado. Ventanas rotas, ladrillos gastados, pinturas descoloridas y astilladas, paredes agrietadas, y aceras deterioradas, hablan de la pobreza, del abandono y la negligencia evidente. Más abajo podemos ver los una vez abiertos campos, parques y cañadas, hoy invadidos por viviendas precarias, casas hechas con cartón, plástico, tela, lona, latas o cualquier material que pueda servir para cubrir los agujeros y dar a los residentes una apariencia de privacidad. En las "ciudades de cartón" vemos a los niños yendo y viniendo con las latas y botellas de plástico a la más próxima fuente de agua en la cual buscan llenar sus recipientes con el preciado líquido, vemos sus zapatos rotos, sus harapos, sus mejillas manchadas y vientres expandidos por los parásitos.
Esta imagen es exactamente la misma en cualquier ciudad grande en la América hispana. La pobreza y la miseria y la injusticia se han instalado en esta parte del mundo de una manera extraordinaria, ya que la población pobre se ha cansado de luchar contra el saqueo y la corrupción del gobierno, la mayoría han renunciado a luchar y viven día tras día, buscando en cada día nuevas formas de supervivencia, .
Sin embargo, la decadencia del sistema económico actual hace más difícil cada año para cualquier persona el sobrevivir, y un círculo cada vez más pequeño de delincuentes siguen llenando sus bolsillos con los recursos que aun quedan en el país, o inventan nuevas formas de generar recursos, a través de préstamos internacionales o tráfico de drogas, o cualquier otro medio, no importa cuán vergonzoso o sucio, siempre que les permita seguir alimentando su codicia y sus malos caminos.
Este es un panorama sombrío, pero muy real de América Latina, una verdad dolorosa que parece no tener fin.
La decadencia moral de la sociedad en general es bastante obvia, sin embargo, en América Latina esta está creciendo a proporciones inconcebibles, hasta el punto de que algo, en algún lugar, de alguna manera, tendrá que colapsar. Porque es imposible sostener continuamente estos niveles de corruptibilidad, tales niveles de desmoralización, sin que haya consecuencias.
Cada cuatro o cinco años dependiendo del país, un nuevo grupo de funcionarios de gobierno llega al poder, para limpiar lo que fue dejado por el gobierno anterior, y aunque tal vez en su ingenuidad algunos ministros aún tienen el deseo de ayudar, su impotencia y su incapacidad frente a tales abusos de poder les hace decidir suficientemente pronto ya sea hacerse de la vista gorda, renunciar a la oficina o simplemente unirse a la pandilla de saqueadores.
Triste como esta historia pueda ser, hay pocas posibilidades de una solución al problema, al menos no una solución física, pues los latinoamericanos están cansados de las revoluciones y las guerrillas y los golpes de Estado.
Además, ¿cuál sería el propósito, si los poderes detrás de los poderes de inmediato impondrían una invasión y aplastarían cualquier intento de liberación de esta burla de la democracia?
Sin embargo, todavía hay una revolución que puede tener lugar y la cual nadie puede parar, esta es una revolución espiritual. Porque hay un hombre que una vez tomo en sus manos el llevar la libertad al mundo, un hombre que siendo rey optó por poner su corona a un lado y caminar entre los hombres en humildad y la mansedumbre para devolver a la humanidad de una vez por todas la libertad que había perdido, y para darles la potestad de ser hechos hijos de Dios. "estos no nacen de la sangre o de descendencia natural, ni de la decisión del hombre, sino de Dios." (Juan 1:13)
Pues la Biblia nos enseña que nuestra lucha no es contra sangre y carne; sino contra poderes, contra autoridades, contra las potestades de este mundo de tinieblas, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales. (Efesios 6:12)
El mal no fue hecho para el hombre ni tampoco el hombre para el mal, sin embargo, la caída del hombre en el Jardín del Edén, ha causado el que una creación pura, haya caído al nivel de corruptibilidad en la que se encuentra hoy en día. El diablo ha causado la desmoralización del hombre, más, nuestro Señor Jesús Cristo puso fin al reinado del pecado por su sacrificio en la cruz. Puso fin a la pena del pecado a través de la Justificación, puso fin al poder del pecado a través de la santificación y a la presencia del pecado a través de la glorificación. Para que nosotros los que vemos el poder de la cruz en nuestras vidas podamos establecer nuestras metas en la corona de gloria y caminar victoriosos a través de los estragos de la decadencia humana.
Hay evidentes limitaciones a nuestra capacidad para contrarrestar los efectos de las consecuencias del mal en nuestra vida personal a través de los esfuerzos humanos. Pero por el poder del Espíritu Santo podemos ponernos toda la armadura de Dios, y entendiendo que somos soldados en medio de un campo de batalla espiritual, nuestra labor es luchar en esta guerra espiritual contra las huestes de la maldad en el mundo espiritual, y uniendo nuestras fuerzas con otros santos de Jehová y colaborando en el entrenamiento de muchos cristianos que todavía no entienden las dificultades actuales, podemos crecer más fuerte y a ganarle terreno al Diablo.
Un frente unido centrado en Jesús es una fuerza invencible. Por tanto unámonos en Cristo para que su cuerpo sea más fuerte, para ampliar el alcance del evangelio en nuestras comunidades para ganar los corazones de los jóvenes para Cristo por el poder del Espíritu Santo. Hagamos retroceder al enemigo de nuestros barrios, de nuestras ciudades, de nuestros países.
Podemos hacerlo, ha sido hecho antes y lo podemos hacer de nuevo, no por nuestra propia fuerza, sino por el poder de Dios en nosotros.
Cada alma rescatada de las garras de Satanás es una victoria para Cristo.
Únase a esta lucha espiritual, contáctenos y luchemos juntos.

Rev. José A. Luna
Ciervo de Cristo Jesús

jueves, 4 de noviembre de 2010

El Velo en el Corazón!

Otro día que pasa sin incidentes y una lección más que se aprende a medida que caminamos en los pasos de Jesús, tropezando y tambaleándonos y sacudiéndonos y cayendo de rodillas, y levantándonos y caminando de nuevo, y otra vez…
Siempre he sabido que el desafío de caminar en el Señor no es un paseo por el parque, de hecho me costó unas cuantas décadas el empezar por fin a mostrar algunos signos de estabilidad y cierta coherencia. Sin embargo, el Señor se mantuvo fiel conmigo todo el camino, mientras me tropecé y caí muchas veces, y aun cuando yo un par de veces, incluso volví mi cara del todo, y comencé a caminar en la dirección opuesta. Y sin embargo, su mano firme se mantuvo aferrada a mí. Y Él inclusive me dejó que cayera violentamente un par de veces, pero siempre poniendo el relleno suficiente en mi caída para que no doliera demasiado.
Hoy puedo ver claramente la razón por la cual el mundo vive en la esclavitud, y doy gracias a mi Señor y salvador Jesucristo por haberme permitido vivir esta vida de tropiezos por más de cuarenta años, pues la experiencia me permite ver claramente la realidad de la muerte espiritual, y la imposibilidad del hombre para encontrar su camino a la luz por su propia cuenta.
Lo que quiero decir es que muchas personas trajeron a Jesús a mi vida muchas veces a través de los años, y aun cuando en cierto modo yo sabía que estaba predestinado a ser un hijo de Dios, incluso cuando Él me había atraído a sí mismo a una edad temprana, incluso cuando Él me daba una prueba tras otra de su presencia en mi vida, e incluso cuando muchas noches lloré profundamente y oré a Dios y leí su palabra, aun continué pecando, y rechazándole, simplemente viviendo en la rebeldía.
Y aquellos que no recibirán el llamado del Pastor de las ovejas no tendrán ninguna posibilidad de venir a Él, pues según las Escrituras "un velo cubre su corazón"
Pero muchos de nosotros somos llamados por el Señor, por lo que muchas veces llegamos a ver su gloria, aun cuando estamos pisoteando la cruz de la salvación. Y como yo lo hice en el pasado, lo miramos por un segundo, nos maravillamos ante el poder de su majestad, e incluso podríamos alabarle por un minuto o dos, y luego seguimos pecando. Y la oportunidad de vivir una vida de milagros, la oportunidad de tener la gloria de la nueva alianza viva en nuestros corazones, y el poder del Espíritu Santo actuando en nosotros con una gloria cada vez mayor, nos pasa por el lado, mientras vamos en camino a la siguiente hazaña que romperá el corazón del Señor.
Yo fui propietario de una tienda por muchos años, y desde detrás de un mostrador, podía ver las muchas razones del hombre, su vida estable, su apresurado paso, su agenda complicada, sus malos pensamientos. Cada uno tiene una razón para vivir, y para todo el mundo, su razón es su prioridad, y se hace evidente muy rápidamente que, aunque las razones son diversas, hay un factor común, uno que ha estado presente en el mundo desde el principio de los tiempos, desde la caída del hombre, y que se convierte en una voz más fuerte a medida que la estructura moral del hombre se deteriora, "Yo soy de mí y de los míos y no necesito a nadie, y no me importa nadie más que yo y mi muy estrecho círculo de influencia, y el resto del mundo sólo es importante cuando me afecta a mí o a mis familiares más cercanos"
Una persona se compromete a participar en la sociedad, siempre y cuando el "qué hay en ello para mí" sea respondido con claridad, y esta actitud ha relegado a Dios a un segundo plano, dándole una importancia de tercera categoría, detrás de todo lo que conforma nuestra vida cotidiana.
Y muchos van a la iglesia los domingos, en un intento de mitigar la culpa asociada con su estilo de vida, y muchos dan una ofrenda en ocasiones, ya sea para tener un sentido de caridad o para utilizarlo como una deducción de los impuestos, nunca como un acto de adoración a Dios.
Y cuando una tormenta sacude algunos de los cuadros de su castillo, buscarán todas las maneras posibles de apaciguar los vientos antes de venir a Dios en busca de su favor, y aun si en su gran misericordia Dios les echa una mano, van a encontrar una buena razón para dar gracias a su buena suerte o al azar.
Y cuando la tragedia les golpea, siempre se hacen la misma pregunta, "¿por qué yo?' o '¿qué he hecho para merecer esto?'
Pero el Señor se mantiene constantemente halando y tocando y guiando a aquellos que Él ha reservado para Él y aun cuando tenemos los ojos vendados, y los oídos sordos, Él nos hace voltear la cara hacia Él tarde o temprano, y cuando lo hacemos, entonces Él nos envuelve en su regazo y comienza a remover todas las hojarascas y la mala hierva en nuestras vidas hasta hacernos realmente a su propia imagen.
"Pero cada vez que alguien se vuelve al Señor, el velo es quitado. Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Y todos nosotros, que con el rostro descubierto contemplamos la gloria del Señor, somos transformados a su imagen de gloria cada vez mayor, la cual viene del Señor, que es el Espíritu. "(2 Corintios 3:16-18)
Muchos de nosotros, extraños a Cristo, e incluso muchos cristianos, tendemos a alejarnos de la guía y la inspiración del Señor. Nos rebelamos en su contra porque estamos siendo engañados por las fuerzas del mal y de la oscuridad, o por los deseos de la carne.
Quiero animarte en el día de hoy, a prestar oídos a su voz, y aprender una nueva manera de vivir, de acuerdo a su voluntad, y te prometo que la grandeza de su gloria tomará el control de tu vida, y te suplirá una eterna paz y un regocijo que van más allá de toda comprensión humana.
Permitan que la paz de Dios esté en vosotros, abracen su llamado, y aprendan a caminar en obediencia a su palabra, y a vivir una vida de verdadera realización y éxito.
Que sus sobreabundantes bendiciones continúen lloviendo en tu corazón!

Rev. José Antonio Luna
Siervo de Cristo Jesús

martes, 2 de noviembre de 2010

La Muerte y la Eternidad!

Todavía recuerdo claramente el día que mi padre murió hace veintisiete años. Su partida dejó una huella terriblemente dolorosa en mi corazón. Una marca tan profunda que aún recuerdo todos los detalles, todos los momentos de dolor, cada aliento agonizante que el trató de tomar mientras su vida se marchitaba lentamente.
Cuando su cuerpo sin vida por fin descansó en el hospital, alguien me pidió que le afeitara. Mis manos temblaban y mi respiración se acortaba por el dolor, por la desesperación. Tomé una toalla y una vasija con agua, luego toqué su piel y apliqué la hoja de afeitar en sus frías mejillas, y mientras trataba de afeitarle le hice una pequeña incisión en el cuello de la cual comenzaron a brotar gotas de sangre. Y es como si en ese momento todo el edificio se había derrumbado sobre mi cabeza. En un instante todo se volvió borroso, las rodillas me temblaban, y empecé a gritar y sollozar; ríos de lágrimas seguían saliendo de mis ojos y una roca gigantesca ejercía una terrible presión sobre mi pecho. Me quería morir en ese momento, quería desaparecer, para que todo desapareciera conmigo. Mi corazón me decía que la vida había terminado para él, pero mi cerebro no aceptaba eso, entonces me desplomé.
Yo había visto muchas personas morir antes de ese día, muchos de ellos en circunstancias horribles. Cuando era niño pasé por una guerra civil en mi país de nacimiento, y ver las turbas matar personas a palos y con machetes no me era nada extraño, y ver a una persona ser quemada viva no era extraño tampoco. Yo había visto los cadáveres amontonados en las calles, o en camiones, había visto a la gente morir con heridas de balas a pocos metros de mí, yo había visto la muerte robarse la vida, la vida de hombres, y mujeres, y niños, y para mí esto era muy normal, nada que temer o a que huirle. Sin embargo, yo nunca había tenido una persona cercana a mí morir frente a mis ojos, sobre todo, no mi padre, pensé que entendía la muerte, yo creía que sabía cómo tratar con ella, la verdad es que no tenía ni la mas remota idea.
Una cosa es cuando un extraño o incluso un amigo cercano mueren, y otra cosa es cuando alguien que realmente amas pierde su vida.
Yo tenía veinte y cinco años cuando murió mi padre, pero no hasta entonces sabía yo realmente lo que era la muerte.
Vivimos nuestras vidas totalmente desconectados de la realidad. El mundo entero camina por este planeta como si la muerte fuese una cosa que pertenece a una dimensión diferente, como si la carne no se pudre, como si el mañana nunca llegará. Y creo que entiendo por qué la mayoría de la gente prefiere hacer caso omiso de tal destino inevitable. Por qué la mayoría de nosotros vivimos en la negación, en el rechazo de la posibilidad de que vayamos a envejecer y morir. Creo que es miedo, miedo a lo desconocido, miedo a enfrentarse a la realidad, a la ultima pregunta, una pregunta que todos tenemos escondida en lo profundo de nuestra mente.
Muchas personas ni siquiera van a los médicos en su intento de huir de lo inevitable, otros gastan miles e incluso millones de dólares en tratamientos y en cirugías, sólo para retrasar el momento de la verdad. Muchos otros se abrazan a extrañas prácticas y rituales religiosos con la esperanza de descubrir el secreto de la longevidad, o la vida eterna.
Hace muchos años yo estaba comprometido con una hermosa mujer, la cual me había sido enviada de parte de Dios, y yo estaba convencido de que íbamos a estar juntos para siempre. Desde el momento en que conocí a esa mujer mi vida fue transformada y sólo la alegría constante y la felicidad estaban presente en nuestras vidas, ella tenía treinta y dos años de edad y estábamos listos para casarnos y tener muchos hijos y vivir felices para siempre, pero un día, de repente, sin razón aparente, simplemente se derrumbó ante mis ojos y unos minutos más tarde se había ido, el señor se la llevó con él, él decidió que su momento había llegado y que ella iba a ser de mejor uso en el cielo, y Yo sé hoy que había mejores planes para mí, pero en ese momento yo gritaba y lloraba y me quejaba a Dios, yo no creía que fuera justo que una vida tan joven, llena de vitalidad y energía, y con quien yo había hecho tantos planes podía haberse ido en un instante, para siempre, sin previo aviso.
Esta vez pude enfrentar la realidad de la muerte mucho mejor, había entendido la muerte y me daba cuenta que era parte de la vida y algo que nos sucede a todos nosotros, sin embargo, este conocimiento intelectual, y todo el amor que tengo para Dios no hizo el dolor más pequeño, no calmó para nada el dolor y el resentimiento momentáneo que sentía. Eso ocurrió hace once años, y todavía recuerdo a Lorrie con dolor y con amor. Y a pesar de la bendición extraordinarias que he recibido desde entonces las cuales son demasiadas para contarlas y aunque junto con mi esposa e hijos vivimos en la seguridad de un amor más grande que cualquier ser humano puede dar, y aunque tenemos paz en nuestros corazones en entender que la muerte no es sino el comienzo de nuestras vidas, le pido a Dios con intención e intensidad por la salud y larga vida de mi esposa y mis hijos y vivo cada día en la esperanza de no llegar a ver la muerte antes de que nuestro Señor Jesucristo venga y nos recoja hacia él, a todos juntos, como una familia.
Pero se necesita el compromiso y la fidelidad y una vida fructífera para aferrarse a esa esperanza. Y vivir una vida mundana, llena de vanidad y orgullo y de codicia y envidia no trae esta esperanza al corazón de nadie.
La mayoría de los seres humanos viven hoy para la satisfacción de los deseos de la carne, impulsados por las pasiones y las emociones y por los caminos pecaminosos que les lleva a la satisfacción de la lujuria por el placer.
Y el ansia de tener más de este engaño los ciega hasta el punto de que ven como un enemigo o cualquier persona o cosa que trate de arrastrarlos a la verdad.
Y cuando alguien muere a su alrededor sienten una lástima hipócrita por su familia y envían una tarjeta postal o un ramo de flores, o simplemente celebran su vida con más de la actitud corruptible que estampa su caminar por esta desesperanza. Y nadie se atreve a plantear el tema del más allá, qué hay detrás de la puerta negra, y los que se plantean esta pregunta no están dispuestos a escuchar nada que pueda comprometer su estilo de vida.
Las Sagradas Escrituras nos enseñan en Proverbios 16:25, hay un camino que parece derecho al hombre, pero al final es camino de muerte. Y no estamos hablando de la muerte de la carne en este pasaje, estamos hablando de una muerte que va más allá de toda comprensión humana, una muerte que dura para el resto de nuestra vida eterna, una muerte consciente en la que sólo hay retribución por la maldad que acompaña a nuestra breve vida en la tierra, una constante muerte dolorosa y agonizante que nunca acaba.
Sin embargo, nuestro Señor Jesucristo nos enseña en Juan 5; De cierto os digo: el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no será juzgado, pero ha pasado de la muerte a la vida. No te extrañes de esto, porque la hora viene cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz y saldrán, los que han hecho lo que es bueno saldrán a resurrección de vida, y los que han hecho lo que es malo, a resurrección de condenación eterna. Y en Juan 14:06 Él dice, yo soy el camino la verdad y la vida, nadie viene al padre sino por mí.
Existe una alegría gloriosa más allá de toda comprensión humana la cual habita en el corazón de aquellos que encuentran el camino a través de Jesucristo, una alegría que sustituye todos los deseos carnales y satisface todas las verdaderas necesidades humanas. Permita que su carne controle su vida y sepa que esta intercambiando un instante de placer carnal por una eternidad de oscuridad y de muerte.
Permita que su espíritu controle su carne y disfrute de todas las promesas de Dios, y de todas las bendiciones espirituales desde ahora y hasta la eternidad.
Sea bendecido.

Rev. José Antonio Luna
Siervo de Cristo Jesús