viernes, 29 de octubre de 2010

El Mundo en la Iglesia y la Iglesia en el Mundo!

Parado en el séptimo piso de un edificio enorme que alberga los controles y las operaciones de una compañía telefónica gigantesca, no pude dejar de mirar a mí alrededor y curiosear en la asombrosa cantidad de equipos electrónicos y los millones de metros de cables que se extienden por todo el lugar.
Y mientras miraba esta descomunal operación la cual es en realidad sólo una porción de los controles necesarios para el funcionamiento de todos los teléfonos que esta empresa maneja, no pude mas que reflexionar sobre lo que implica vivir en nuestra sociedad hoy en día.
Un poco más de un centenar de años atrás, si necesitabas hablar con alguien no podías hacer mas que ir a visitarlo, o en los casos de personas separadas por grandes distancias, se escribía una carta, la cual tardaría desde días hasta meses para llegar a la persona en el otro extremo, dependiendo de su ubicación.
Hoy en día si quiero ver a mí familia solo enciendo mi computadora y les llamo, y en un instante puedo hablar con cualquiera de ellos y verlos. De hecho la conversación de vídeo se ha convertido en la practica del día, y muchas empresas de comunicación ya están ofreciendo los servicios que nos permiten hablar con cualquier persona en el otro lado del mundo a través de nuestro televisor como si ambos estuviésemos sentados en la misma habitación.
Hace unos días adquirí un nuevo teléfono celular, y es el mismo aparato que tiene mi esposa, y mientras jugábamos con ellos en la noche nos dimos cuenta de que podemos hacer llamadas de vídeo, por lo cual nos pasamos un tiempo llamándonos el uno al otro sin ninguna razón en particular, solo por divertirnos con nuestros nuevos juguetes y vernos uno al otro mientras hablamos por teléfono.
Y todo esto es maravilloso, la tecnología nos ha traído más cerca, más cerca de nuestras familias y amigos y más cerca del mundo, he estado recientemente hablando con familiares y amigos a quienes no había visto en décadas, y me las arreglo para ministrar diariamente a varias personas en todas partes del mundo a través del Internet, gracias al poder de la tecnología. La barrera de la distancia se ha roto, la comunicación ha alcanzado logros enormes, y, si el Señor se tarda, yo todavía creo que seguirá creciendo hasta el punto de que cualquier persona pueda estar, literalmente, en la misma habitación en un instante con otra persona sentada al otro lado el planeta a través de imágenes holográficas virtuales.
Estos grandes avances en la tecnología han afectado a nuestros patrones de pensamiento, nuestras actitudes y nuestro comportamiento, a pesar de que no nos demos cuenta en el inicio. Pero, ¿cómo han afectado a nuestra identidad? Y lo más importante, ¿cómo han afectado al reino de Dios? ¿Y qué precio, si alguno, hemos de pagar por todos estos avances? ¿cuáles son las consecuencias?
Recuerdo que cuando era niño solía jugar teléfono con mis amigos uniendo dos latas con una cuerda, en ese tiempo nunca se me ocurrió que sería necesario dotar a varios edificios de gran tamaño con una infraestructura gigantesca y miles de aparatos electrónicos, y gastar muchos miles de millones de dólares en las operaciones, sólo para hablar a través de una cuerda.
A gran escala, hemos construido nuestra sociedad alrededor de la tecnología, y nos hemos convertido en esclavos de la utilidad y conveniencia que esta nos ofrece, especialmente la tecnología de la comunicación. Nos hemos convertido en dependientes de la tecnología a tal punto, que ya no somos capaces de hacer nada si no la tenemos a nuestro alrededor. Aun cuando nos vamos de vacaciones, o a un lugar de relajación, nos llevamos con nosotros el ordenador y el teléfono celular y muchos otros dispositivos los cuales han creado una cadena invisible a la que estamos atados.
Estos avances sin duda nos han permitido realizar muchas cosas positivas para la difusión del Evangelio, podemos hacer hoy, en un día, lo que llevó meses e incluso años para hacer hace apenas unas décadas.
Y muchas regiones que fueron inalcanzables hace sólo unos años están hoy en día conectadas y escuchan la palabra de Dios a través de la radio o la televisión o de muchos otros medios que no estaban disponibles entonces.
Sin embargo, esta tendencia ha causado una pérdida de la inocencia alrededor del Reino de Dios. La disponibilidad de tantos recursos tan rápidamente, ha desbordado el mundo y ha traído las normas morales del hombre a niveles peligrosos de descomposición. Este deterioro ha afectado poco a poco e inevitablemente, a los hermanos. Al igual que un virus, la influencia negativa de este reino de la ilusión ha penetrado en la iglesia, y por medio de un ataque constante a la voluntad del individuo, especialmente los jóvenes, los cuales están siendo continuamente bombardeados por insinuaciones sexuales y de codicia las cuales han causado cambios indeseables en la forma en la que muchas reuniones y organizaciones cristianas están haciendo lo que Dios les ha llamado a hacer.
Lo oímos en las radios lo vemos en la televisión, podemos olerlo en las calles, hay pancartas por todas partes anunciando una gran variedad de productos eróticos para hacernos hermosos, inteligentes, deseables, protegidos, eficaces. Libros, vídeos, música, Internet, todo lo que nos rodea hoy en día se está utilizando como un medio para influir la mente del individuo a través de la comunicación, un flujo constante de lodo que con la excusa de hacernos "modernos" nos ha hecho amorales, casi inhumanos
Y vemos con desdén cómo no sólo el mundo en general, pero nuestro mundo ha sido influenciado; cómo la iglesia de Jesucristo ha comprado en esta desfachatez. Encontramos nuestras congregaciones llenas de chicas con prendas de vestir que son tan reveladoras que es mejor que estuvieran desnudas, y jóvenes usando modas derogatorias que los hacen parecer retardados e irresponsables, nuestro vocabulario ha sido definitivamente destruido por las expresiones “Hip” las cuales denigran nuestros valores. Nuestras actividades de entretenimiento están cada vez menos relacionadas con la formación del carácter o el crecimiento en Cristo, estas tienden cada día más a ser más como el mundo y menos como el Reino de Dios.
Y cada día más de las nuevas generaciones están practicando un cristianismo que está lejos de ser cristiano.
La tecnología nos ha dado grandes ventajas, y muchas cosas positivas se han logrado a través de ella, pero Satanás nunca duerme, y ha ido lenta y sigilosamente metiendo en el cuerpo de Cristo a través de la tecnología una versión puramente engañosa del evangelio.
Sólo un ciego no lo vería. Y muchos me llamarán anticuado y algunos otros nombres por pensar de esta manera, sin embargo, la Biblia sigue siendo la única verdadera e infalible palabra del Dios vivo, y la Biblia habla claramente de estos temas.
La tecnología no es necesariamente la culpable de la desintegración de los tejidos morales del hombre, aunque, evidentemente ha acelerado su proceso, y con ello nos ha traído más cerca del final como es profetizado en la Biblia.
Satanás ha manipulado la tecnología para difundir el conocimiento y la práctica del mal, a tales extremos, que el mundo tolera y practica e incluso promueve la maldad y el pecado de manera casual.
Los hijos de Dios por el contrario han estado en su mayoría dormidos frente a esta revolución de la comunicación, y mientras el Señor nos llama a ser inocentes como palomas y astutos como serpientes (Mateo 10:16) y al mismo tiempo Él nos llama a ser sabios en el mundo de los necios, no hemos hecho uso de esa sabiduría dada por Dios la cual todos poseemos.
No es demasiado tarde, vamos a ser la sal del mundo. Y muchos dirán, soy demasiado insignificante como para hacer cualquier cosa. El Señor te respondería a eso, ningún hijo de Dios es insignificante, y cada pequeño esfuerzo añadido al total provocará una ola gigantesca, una explosión espiritual que conduzca a la reforma, a la restauración y al evangelismo en masas.
Todos tenemos dones, por lo cual, haz algo con los tuyos, las herramientas que necesitas están disponibles a todo tu alrededor, entonces, haz, habla, actúa, contribuye, se significativo para el Señor.
Él ya ha ganado la guerra para nosotros, así que vamos a ganar algunas batallas para él.

Rev. José Antonio Luna
Siervo de Cristo Jesús

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