Confío en ti Señor, porque no tengo la capacidad de hacer esto, pero tu Santo Espíritu que habita en mi me guía de la manera más sorprendente, haciendo posible que yo pueda hace cosas las cuales nunca habría pensado poder hacer.
Una vez vi a un hombre sentado en la acera de una de las calles del mundo. Irónicamente, el Estaba leyendo una revista llamada Revista de Servicios Sociales, sin embargo, este hombre era indigente sin hogar, descuidado, abandonado a los estragos de la vida,
Yo no podía dejar de reflexionar sobre la parábola del hombre rico y Lázaro, la cual Jesús dijo, como está escrito en Lucas 16:19-31.
Esta parábola nos habla de una realidad con la que vivimos en el presente a extremos nunca pensado antes, pues nos enteramos de que menos del diez por ciento de la población del mundo posee más de el noventa y cinco por ciento de la riqueza del planeta Menos de un millar de personas son literalmente dueños de este planeta, mientras que casi quince por ciento de la población del planeta vive con menos de noventa centavos de dólar por día, es decir cerca de mil millones de personas que viven en un estado de pobreza más allá de la comprensión. Y hay más datos, sólo la mitad de un por ciento, así es, la mitad del uno por ciento de la población del mundo consume el sesenta por ciento de los alimentos del planeta. Sí, este dato es correcto, menos de 3 millones de personas se come el sesenta por ciento de los alimentos producidos en el planeta.
Pero no se detiene allí, del cuarenta por ciento restantes, solo un uno y medio por ciento le llega a los más pobres en el planeta, esto es cerca de dos mil millones de personas. Así es, 33 por ciento de la población del mundo vive en uno y medio por ciento de todos los alimentos producidos.
Hay hoy más de diez millones de niños, que no van a la escuela, ya sea porque no hay escuela o no tienen los medios. Y más de mil millones y medio de personas en el planeta no saben leer ni escribir.
Cerca de la mitad de la población del mundo no tiene acceso al agua potable, y de esos, más de mil millones de personas no tienen acceso a ningún tipo de agua y otro mil millones de personas tienen que caminar por lo menos un kilómetro para llegar a una fuente de agua.
Y aún hay más, más de dos millones de niños mueren cada año por enfermedades relacionadas con el agua,
Estos datos han sido extraídos de un informe del Banco Mundial, en el que podemos encontrar muchos más detalles horribles de la codicia y la maldad que se mueve el corazón del hombre.
Un último dato que quiero mencionar es que los alimentos producidos en el planeta cada año son más que suficiente para alimentar a cada hombre, mujer y niño todos los días con tres comidas equilibradas durante todo el año y todavía habría un superávit significativo. Y se necesitarían menos del uno por ciento de la riqueza del planeta para llevar una fuente de agua potable a todas las personas en el mundo.
Sin embargo, leemos en la revista Forbes de los ricos y famosos que se deleitan en la gloria dada al hombre por su codicia y su crueldad,
La Biblia dice en Isaías 40:6-8 Una voz dice: "Grita". Y yo dije: "¿Qué voy a gritar?"
"Todos los hombres son como la hierba, y toda su gloria como la flor del campo. La hierba se seca y la flor se cae, porque el aliento del Señor sopla sobre ellas. Sin duda el pueblo es hierba. La hierba se seca y caen las flores, pero la palabra del Dios nuestro permanece para siempre. "
Y eso es un misterio que nadie quiere enfrentar, pero el temor a una dura realidad en el infierno está latente en el corazón de cada hombre, tanto los ricos como los pobres, porque el Señor puso su palabra en nuestros corazones, para convencernos de nuestra maldad, y atraernos a Él, sin embargo el control que el Dios del dinero ejerce en el hombre lo mantiene ciego y sordo a la realidad de la oscuridad que le espera en el momento de la muerte, y todas las riquezas y todo el poder y toda la gloria lograda en esta vida no cuenta para nada cuando la verdad le golpee en la cara, pero para entonces ya será demasiado tarde, y cada momento de gloria en esta tierra será recordado con dolor y arrepentimiento mientras la condenación eterna lo abraza.
El hombre rico podía ver a Lázaro sentado con Abraham, y podía ver que este se deleitaba en la gloria del cielo, y el lamentaba cada momento que había despreciado a el enfermo sentado en la puerta de su casa, y le pidió a Abraham que envíe a Lázaro a mojar la punta de su dedo y ponerlo en su boca para poder tener un momento de alivio. Pero no hay retorno del infierno, no hay salida, y la eternidad es un tiempo muy largo.
Los pocos años de vida que Dios nos ha dado aquí en la tierra no son más que un instante de nuestra vida eterna, y una oportunidad para derrotar a la enfermedad de la maldad que nos esclaviza, y abrazar su llamado a una vida de verdad y redención, una vida la cual podría tener sus momentos desagradables en el presente, pero que está llena de la alegría y la paz que sólo viene con el conocimiento de Cristo.
Ya que invocan como Padre al que juzga con imparcialidad las obras de cada uno, vivan con temor reverente mientras sean peregrinos en este mundo. (1 Pedro 1:17)
Pues peregrinos es lo que somos, en un planeta que está en descomposición y con destino a la destrucción a manos de un ser que Dios puso en la tierra para cuidar de ella, y para ser fructífero. Sin embargo, antes que esto llegue a pasar, el Señor Jesucristo cumplirá su promesa de volver sobre las nubes con el sonido de las trompetas, y para recoger a los que son suyos antes de la restauración de todas las cosas y la obliteración de la maldad
La inminencia de esta realidad es algo que sólo puede ser visto y entendido por los elegidos, pero aún hay tiempo, mientras nos queda tiempo, entonces vallamos a predicar y testificar con poder y denuedo por el Señor, y oremos con afán, con agonía, para que el corazón del hombre se ablande y para que se aparte de sus malos caminos, y se arroje a los pies de Jesús.
Él es la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros sino también por los pecados de todo el mundo. (1 Juan 2:2)
Las riquezas y la gloria pueden parecer una cosa dulce, pero al final son de la desgracia del hombre. Pues antes de que seamos carne, somos espíritu, y como la hierba, la carne va a morir, pero el espíritu perdurara por toda la eternidad, por lo cual hagamos la eternidad en el cielo nuestra realidad actual, vamos a venir a Cristo, y seamos salvos.
Rev. José Antonio Luna
Siervo de Cristo Jesús
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