Suponer que una persona es salvada por confesar a Jesucristo como Señor y salvador, es como asumir que se puede caminar bajo la lluvia y no mojarse.
La Biblia dice que Dios busca personas de corazón circuncidado, y esa es la clave para la salvación. Porque mientras tu corazón este lleno de oscuridad puedes confesar a Cristo y profesar su señoría hasta que te pongas azul y aun vas a terminar en el infierno.
Es fácil asumir que porque vamos a la iglesia y compartimos con los hermanos y porque leemos la Biblia y podemos orar en voz alta con palabras bonitas, ya somos salvos.
Sin embargo, todas esas cosas son inútiles a menos que tu corazón haya sido limpiado por la sangre de Cristo.
Y esto es un punto importante que quiero plantear hoy, que existen las pruebas forenses que el corazón circuncidado que Dios busca en su pueblo no es metafórico, sino real.
Nuestro cerebro procesa los pensamientos y da instrucciones a nuestro cuerpo. En contraposición Nuestro cuerpo reacciona a las influencias externas y envía señales al cerebro, el cual las procesa y produce una reacción. Pero algo que muchos no saben es que el cerebro depende en gran medida del corazón para el proceso de pensar.
Esto no es algo que me acaba de venir a la mente, es un hecho científico, y puedes buscarlo en los libros de ciencia, si así lo deseas.
Muchas personas saben que cuando un niño se forma en el vientre de la madre su corazón es el primer órgano que se forma e igualmente el primero que empieza a funcionar. De hecho, aún desconcierta al mundo científico la forma en que el corazón comienza a trabajar en un feto, y aquellos que rechazan la noción de la intervención divina se siguen rascando la cabeza sobre la forma en que esto sucede.
El cerebro en cambio comienza a formarse mucho más tarde, y mientras se desarrolla, es a través de una orden recibida del corazón que este puede comenzar a funcionar.
Otras curiosidades acerca del corazón son: el corazón no sólo es el primer órgano que empieza a trabajar en un feto en formación, pero también es el único órgano que trabaja veinticuatro horas al día sin interrupción desde el momento en que comienza a latir, y nunca se detendrá hasta que la vida cesa en un cuerpo. El corazón bombea un promedio de dos galones de sangre por minuto y late unas cien mil veces en un día.
Pero el hecho científico más importante sobre el corazón es que este tiene cuarenta mil neuronas, y que esas neuronas nunca dejan de pensar. A diferencia de las neuronas en el cerebro, las neuronas del corazón están conectadas entre sí y se comunican entre sí constantemente.
Es desde el corazón que proviene aquella habilidad que llamamos intuición, y la cual muchas personas desarrollan y otras no.
Con todos estos hechos a mano, el mundo en general sigue rechazando la influencia de Dios en sus vidas, y la realidad de la necesidad intrínseca que cada uno de nosotros tenemos de esa influencia.
Pero el corazón pensante piensa porque Dios lo conduce a ello, y porque Dios causo que comenzara a latir, y es dios quien decide cuanto este dejara de latir.
Pero cuando una persona nace, esta persona viene al mundo con un corazón espiritualmente muerto, y eso hace que sea sensible al mal, y que sea errático cuando se trata de tomar decisiones morales, pues un corazón muerto no puede diferenciar entre el bien y el mal. Por lo cual, debido a que el mal esta diseminado en el medio ambiente, el corazón tiende a captar estas influencias y formar un patrón de pensamiento negativo e inestable el cual hará que este dé al cerebro instrucciones equivocadas sobre el comportamiento.
Muchos han oído las palabras "piensa con el corazón en lugar de la cabeza" y muchas otras palabras similares las cuales hacen referencia al corazón como un órgano pensante con habilidades especiales, y la mayoría de nosotros suponemos que se trata de una figura retórica. Sin embargo, la realidad es otra,
El cerebro piensa porque el corazón lo permite, y cuando el cerebro recibe una instrucción el corazón ya la ha procesado y tomado una decisión al respecto, aunque, tristemente, sólo decisiones erróneas pueden ser comúnmente extraídas de un corazón espiritualmente muerto. Esta es la razón por la cual nos encontramos tan a menudo con personas con un alto coeficiente intelectual las cuales actúan regularmente en muy pobre juicio.
Y el corazón es también el lugar donde el bien o el mal se presentan en una persona. Es esperable que una persona con un corazón espiritualmente muerto tenderá hacia el mal. Este es un punto que necesita aclaración, pues tendemos a asumir que cuando se habla del mal estamos hablando de comportamientos atroces, pero el mal viene en forma de cualquier cosa que viole los mandamientos, por muy leve que parezca.
Por esto, cuando Dios dio a Abraham las instrucciones de circuncidar a su pueblo, Él estaba promoviendo el concepto de limpieza espiritual, y con el acto simbólico de la circuncisión del cuerpo, les conducía a permanecer limpios de corazón.
El Señor tu Dios circuncidará tu corazón y el corazón de tu descendencia, y tu lo amaras con todo su corazón y con toda tu alma, y así tendrás vida. (Deuteronomio 30:6).
Y las consecuencias de un corazón incircunciso no han cambiado en lo absoluto.
"Circuncidaos a Jehová, circuncidad sus corazones, los hombres de Judá y el pueblo de Jerusalén, o mi ira estallará y quemara como el fuego a causa del mal que han hecho" (Jeremías 4:4).
En tiempos modernos los cristianos tendemos a tomar estas palabras con ligereza, suponiendo que la salvación por gracia significa que podemos dar por sentado el regalo de la gracia, siempre y cuando "sigamos a Cristo". Sin embargo, seguir a Cristo es mucho más profundo que una mera confesión, este es un acto que trasciende la esfera de la carne y la mente. Es una actitud del corazón y para aquellos que lo entienden, la transformación del corazón en una verdadera circuncisión se convierte en una búsqueda de toda la vida.
Por simple que pueda parecer, no todos los que confiesan a Cristo Irán al cielo, No me canso de repetirlo, igual que lo hizo Jesús durante su ministerio en la tierra. (Mateo 7:21-22)
Y la razón de todo esto es porque el corazón no sólo guarda los secretos del alma, sino que también habla la verdad de las creencias fundamentales individuales, y las cuales pondrán de manifiesto lo que una persona no puede confesar con su boca.
El juicio de Esteban en Hechos 7, destaca la importancia de un corazón que no puede ver la luz, como él acusa a sus acusadores de ser "pueblo de cuello duro (tercos), incircuncisos de corazón" (Hechos 7:51). Estas eran personas que profesaban su fidelidad a Dios, y habían dedicado su vida a servirle, (aunque equivocadamente como obviamente lo hacían), pues no tenían la revelación del nuevo pacto, ya que sus corazones se contaminaron por la oscuridad.
Y muchos hombres y mujeres de hoy viven en la misma decepción; decepción, debo afirmar, la cual están viviendo al máximo, sin darse cuenta de la mentira que están viviendo, pues la incircuncisión de su corazón les impide ver la verdad.
Animo a toda persona que profesa ser un seguidor de Cristo, a pedirle a Dios que escudriñe su corazón. Independientemente de que tan seguro estás de tu salvación, no importa cuántas pruebas tengas de la obra de Cristo en tu vida, pide a Dios que te revele cualquier oscuridad que aun pueda estar escondida en tu corazón, y pídeselo no sólo con tu boca, pero pon tu corazón a pensar y a discernir, has que sea el quien hable a Dios en tu nombre, pues a través del corazón habla el espíritu.
Y si aun no caminas con Cristo, deja que tu corazón te guíe a la verdad, pídele a Dios con el corazón que te muestre el camino,
Pues si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios le levanto de entre los muertos, seras salvo. (Romanos 10:9)
Que tu corazón siempre refleje la verdad de Jesús y que Dios habite en tu corazón para siempre.
Rev. José A. Luna
Siervo de Cristo Jesús
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