martes, 3 de agosto de 2010

El Pueblo Perece!

El mensaje de Dios es locura para los que se pierden. 1Corintios1:18
He aprendido a contentarme, a regocijarme con sólo predicar con valentía, con sólo testificar agresivamente, y hablar el mensaje de la cruz donde quiera que vaya y en cada oportunidad que tengo, pues no hay nada más que yo pueda hacer; ¡De verdad! Y es que no importa cuánto nos esforcemos, cuánta preparación y tiempo y dedicación pongamos en ello, es Dios quien en última instancia va a decidir quién escucha y quién no. Y no estoy hablando sólo de aquellos que aun no conocen a Cristo, estoy hablando también de los hermanos, de aquellos que una vez clamaron al Señor y le abrieron a Él en su corazón.
Un amigo me decía hace un par de días que el mayor obstáculo en la predicación del evangelio en la mayoría de las iglesias de hoy es que estamos predicándole a vasijas rotas, que ese río de agua viva que Jesús nos promete no puede fluir en suelo muerto, en arroyos secos. La iglesia es como una vasija donde el Espíritu Santo está fluyendo constantemente, y cuando los hermanos se congregan, esa vasija debería convertirse en una gran tinaja rebosante del agua viva del Espíritu Santo. Pero imagínese si usted va a un río con una jarra para llenarla de agua, pero en el camino se le cae y se rompe en mil pedazos, ¿cómo podría esta jarra ser llena? Podríamos tal vez recoger pequeñas porciones de agua con algunas de las piezas que quedan. Pero llenar esa jarra nunca mas podría convertirse en una realidad a menos que esta sea reparada o reemplazada.
Me entristece ver cómo muchas congregaciones se pasan una hora aplaudiendo y cantando al Señor, y mientras lo hacen, justo en medio del servicio, sus corazones están divagando por el mundo, sus mentes flotando alrededor de sus problemas o simplemente distraídas con sus banalidades y sus vidas mundanas.
No es con ejército, ni con espada, sino con mi Espíritu dice el Señor. (Zacarías 4:6)
Y si el espíritu no esta presente no hay esperanza de que la gloria de Dios se manifieste en ninguna congregación.
La razón por la cual hago referencia a este tema es porque un espíritu muerto no puede producir ningún fruto. Y porque hay una necesidad urgente de que el evangelio sea predicado con poder, de que la gloria de Dios sea retornada a la iglesia de Jesucristo, porque estamos viviendo tiempos peligrosos, porque el Señor Jesucristo no tardará mucho más tiempo, y cuando venga, se va a encontrar con una iglesia dormida.
Hay millones de personas en el mundo que necesitan ser llevados ante la Cruz, pero esto no puede suceder si la iglesia está llena de cadáveres.
Anoche estaba yo ayudando a mis hijos con sus devociones y estábamos discutiendo el tema en Mateo 5:13, su pregunta era: ¿cómo puede la sal perder su sabor? ¿O cómo puede una luz ser puesta debajo de la cama? Mi respuesta fue simple y quiero confrontarte hoy con este pensamiento, imagina a un violinista que nunca toca el violín, o un gran chef experto en cocina que nunca cocina, o un hijo de Dios que no refleja la imagen de Cristo, que no respira y habla y derrama en si mismo la vida del señor.
Como hijos de Dios podemos tener el Espíritu Santo, sin embargo, el gran poder espiritual no está en nosotros si mantenemos al espíritu reprimido, si la carne es quien controla nuestras vidas, si las cuentas y la diversión y el deporte de los niños, o el televisor o la computadora o las cosas que pertenecen a este mundo tienen prioridad sobre Jesús.
No podemos ser grandes testigos si nuestra vida se empaña, si vivimos como si esta fuera la única vida que existe. Donde no hay visión el pueblo perece! (Prov.29: 18)
Y no puede haber una visión por las almas, una visión de Jesús, cuando estamos ocupados con todo lo demás que agobia nuestras vidas.
En el versículo al principio de este artículo el Espíritu Santo nos habla a través de Pablo, y hace énfasis en el problema de aquellos que están en busca de milagros o de sabiduría, a fin de creer, sin embargo, ¿qué mayor milagro puede haber hoy que el de ver a un poderoso cristiano, lleno hasta el desborde con el poder del Espíritu Santo, guiando a un amigo o un miembro de la familia o incluso un extraño a Cristo, y que más sabiduría podemos esperar que la de aquellos cristianos que entienden y practican este maravilloso don.
El versículo completo dice: "Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden, pero para los que se salvan, esto es el poder de Dios. (I Corintios 1:18)
Y es ese poder, el cual habita en nosotros, el que estamos desperdiciando cuando fallamos en entender el punto de todo esto, ya que no logramos comprender la grandeza que existe en poner en práctica la vida de Jesús en nuestras vidas, y en ser una luz que brilla con fuerza para que todos la vean, en poder salar a todo el mundo con el sabor del Espíritu Santo, en hacer que todos vean a Jesús a través de nuestros actos, y a través de nuestras palabras, y mostrarles que Jesucristo es el Señor, que estamos sentados con Cristo en el mundo espiritual, que tenemos un lugar seguro en el reino de los cielos, y que allí hay un lugar disponible para todo aquel que quiera venir.
Que el Señor abra sus corazones y les guíe a ser un testimonio de su nombre.

Rev. José A. Luna
Siervo de Cristo Jesús

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