Hace unas semanas me tome la tarde libre para ir a las cataratas del Niágara con mi familia, y con mi cuñado que estaba aquí de visita con su esposa y su pequeña hija, y en verdad no me acordaba para nada de la configuración de este lugar. La última vez que estuve allí fue en el dos mil cinco, cuando mi familia estaba de visita, y sí, recordaba la belleza de las aguas azules cayendo violentamente por cientos de metros y provocando una nube hermosa y una niebla impresionante. También recuerdo la pequeñez, la insignificancia de nuestras vidas cuando las miramos a la luz de esta magnífica maravilla, de este formidable cuerpo de agua, precipitándose desde lejos, el cual cae retumbando en una gigantesca vertiente, recuerdo el sonido ensordecedor cuando este tremendo e imponente mar golpea contra las rocas en el lecho del río.
Cuando mi esposa me dijo que quería ir a las cataratas, no dudé ni por un minuto, pues observar esta hermosa caída de agua te hace darte cuenta de la magnificencia de la creación de Dios, y la inmensidad de su poder, y el maravilloso regalo que nos ha dado, pues Él nos permite tocar y saborear la grandeza de su poder infinito, pues Él allí no permite ver lo pequeños que somos y lo mucho que dependemos de Él.
Sin embargo, al llegar a la ciudad de Niágara me acordé de algo más, algo que yo había puesto muy detrás de mi mente, y mientras caminábamos por las aceras y miraba a las estructuras y el ruido y el mar de gente que corría de un lado a otro haciéndose parte de este caos, yo sentí una gran presión en mi corazón y una gran tristeza, al llegar a la dolorosa conclusión de que no hay salvación para el mundo, que la gente está de fiesta y regocijándose y casándose, y un día el Señor va a venir y todos se perderán para siempre.
Me di cuenta de que todavía hay mucho trabajo por hacer y tan poco tiempo; tantas almas que rescatar, y luego tantas otras que no quieren ser rescatadas.
La belleza de las cataratas ha sido robada por el comercio y la corrupción y la inmoralidad y la idolatría y la lujuria. Es locura total, locura de la peor clase, locura la cual se vende al mundo como entretenimiento. Caminamos por una emoción barata tras otra, casas de juego, casas de horror, casas de la idolatría, casas de prostitución, y todo es cuidadosamente manipulado para seducirnos al consumo, a comprar, a hacer, a participar en este repugnante mar de la perversión , y todo es movido por la codicia y el ansia de dinero, y los visitantes están locos y no se dan cuenta que se están ensimismados en medio de una gigantesca farsa, y sus ojos brillan con el deseo, vamos a hacer esto, vamos a hacer aquello, vamos a gastar aquí, vamos a comprar allí, y vamos a divertirnos y vamos a emborracharnos, y vamos a ... o amado Dios, tu creación se ha vuelto loca!
La idea de venir a las cataratas, a la belleza de esta imponente maravilla, ya no es lo que impulsa a las personas a venir a este lugar, o ya no es la razón principal para venir a Niágara, de hecho, muchas personas ni siquiera llegan al pie de las cataratas, o simplemente se apresuran en la calzada al borde del río para dar un vistazo rápido antes de volver a lo suyo, porque están ocupados visitando las casas de entretenimiento "o comprando cosas inútiles a precios exorbitantes, cosas que serán tiradas a la basura en pocas horas o cosas que serán colocadas en una esquina como colectores de polvo. O peor aún, llegan a este lugar, y se sientan en un bar a emborracharse, o entran en una casa de prostitución en busca de la sucia satisfacción de la carne.
No pude dejar de reflexionar sobre Sodoma y Gomorra mientras mis ojos escaneaban a través de la zona.
Y sentí tristeza, mucho dolor y gran tristeza, hasta el punto que los otros se preguntaban qué me estaba sucediendo. Pero no hay nada más que podamos sentir que dolor, pues vemos que el mundo oye la verdad, pero no escucha. Pues vemos que vivir el momento y obtener la satisfacción inmediata es lo único que mueve a la humanidad de hoy, la gratificación instantánea es el motor que mueve el alma de aquellos que se pierden.
Nuestros patrones de pensamiento han sido moldeadas a vivir por el momento, aprovechar el momento es el eslogan de la época; ‘yo trabajo duro y merezco divertirme,’ no se dan cuenta que lo que ellos llaman diversión no es divertido, pero es pecado, no se dan cuenta de que están siendo conducidos como ovejas al matadero.
Me doy cuenta de que muchos de ustedes piensan que soy anticuado, o quizás un fanático, mientras leen este artículo, ya que muchos de ustedes no ven nada de malo en la "diversión", y yo tampoco, creo que la diversión sana es buena para el cuerpo y el alma, y Dios mismo a través de Su Palabra nos anima disfrutar de nuestras vidas,
Sin embargo, hay una gran diferencia entre divertirse y participar en actos inmorales y lascivos, o la embriaguez o la lujuria o la idolatría.
Me gustaría que hubiera algo más que pudiera decir, excepto pedir perdón a Dios en nombre del mundo, excepto decir, lo siento mucho Señor porque están ciegos y sordos y no están interesados en escuchar lo que tienes que decir. Por favor, Señor, ten misericordia de ellos.
Siento no poder encontrar palabras de consejo, pues mientras caminaba en esas calles, lo que a mi me parecía repugnante es lo que todos van a buscar, es la atracción central en estos lugares.
Pero si usted es uno de los que disfrutan de este tipo de entretenimiento bizarro, busque en lo profundo de su corazón y pregúntese si esto es saludable, tanto para su mente como para su espíritu.
Y si su respuesta es sí, entonces continúe haciéndolo a su manera.
Pero si hay siquiera un pequeño vestigio de duda antes de contestar, le pido que busque el consejo de Dios, pídale que le muestre un camino mejor, le puedo asegurar, que será sorprendido.
Que el Señor los bendiga a todos y que Él les muestre un camino mejor a aquellos que no la conocen.
Rev. José A. Luna
Siervo de Cristo Jesús
No hay comentarios.:
Publicar un comentario