La mayoría de los seres humanos han oído hablar del sacrificio de Jesús en la cruz del Calvario, y muchos de nosotros le hemos dado una interpretación que parece adecuada a nuestro entender, y preferimos no abundar en el tema; no queriendo disturbar la opinión que ya nos hemos hecho acerca de este.
Cada religión tiene su propia versión de la cruz. Y, por extraño que parezca, la mayoría de las religiones incluyen su propia opinión de Jesús en su versión de la vida y de vivir. Y sin embargo, especialmente las religiones orientales, excluyen el mensaje de la salvación en su versión de la vida presente y por venir, y de esta manera, rechazan a Jesús como nuestro único camino a Dios, Pero lo más contradictorio es que un considerable porcentaje de las personas que profesan seguir a Cristo Jesús no tienen un concepto claro del mensaje de la cruz.
De hecho los católicos, los cuales actualmente constituyen la mayoría de los que el mundo llama cristianos, tienen una extraña manera de recibir el mensaje de la cruz, una que niega su poder y su efecto redentor. Sus creencias cargadas de religiosidad incluyen una serie de rituales y prácticas paganas que hacen a Jesús y su sacrificio prácticamente impotentes y sin efecto en la vida del hombre. Su comprensión de la gracia y la justicia de Dios implican la necesidad de la intervención humana, no queriendo reconocer la capacidad del creador de salvarnos en sus propios términos, y dándole un poder a los seres humanos el cual ellos no tienen, uno que implica ganar nuestro camino al cielo a través de meros esfuerzos.
Sin embargo, los protestantes frecuentemente se quedan cortos de una verdadera comprensión del sacrificio de Jesús en la cruz, ya que sus muchas versiones de la gracia y la justicia de Dios hacen nuestro camino al cielo confuso por decir lo menos.
La Biblia dice en 1 Corintios 1:18. Porque el mensaje de la cruz es locura a los que se pierden, pero para nosotros que somos salvos, es el poder de Dios.
Creo que Satanás ha hecho un trabajo extraordinario en enredar nuestra comprensión del poder de la cruz, y sus artimañas han conseguido hacer que Jesús aparezca como un debilucho, incluso afeminado ante los ojos del mundo. No es de extrañar que tantas personas, incluso líderes de la iglesia caigan en las trampas de las seducciones del mundo, hasta el punto de rechazar la salvación por el beneficio de placeres momentáneos, o lucros terrenales.
Y aunque la Biblia enseña categóricamente que es por gracia que hemos sido salvos mediante la fe, y esto no de nosotros mismos, pues es don de Dios, no por obras, para que nadie se gloríe. (Efesios 2:8-9), aun un gran número de cristianos evangélicos viven una vida de luchas y de derrota, tratando de sobrevivir los constantes ataques de la carne, del mundo y de Satanás. Y muchos de ellos ni siquiera aparentan ser verdaderos seguidores de Cristo.
El mensaje de la cruz es simple, tan simple que la sabiduría del mundo no puede comprenderlo. La palabra griega utilizada para la locura en 1 Corintios 1:18 es la misma palabra usada por imbécil. Y esa es exactamente la forma en que el mundo ve la salvación, como algo estúpido. No pueden concebir que todo lo que necesitamos hacer es creer, y nada más. No pueden concebir que un hombre que fue ejecutado colgado en una cruz hace dos mil años pueda habitar en nuestros corazones y darnos una plenitud de regocijo y satisfacción y libertad más allá de toda posible imaginación.
Porque la sangre de Jesús tiene poder para limpiarnos completamente de todo pecado.
La Biblia dice en palabras sencillas que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Él fue resucitado de entre los muertos, serás salvo "(Romanos 10:9) nada más simple que eso.
La Biblia nos guía desde sus raíces a comprender el efecto de la sangre de Cristo. En Génesis 3:21, nos dice cómo el Señor hizo ropa de la piel de un animal para cubrir los cuerpos de Adán y Eva. Un animal tuvo que ser sacrificado y su sangre derramada para cubrir sus pecados.
En Hebreos 9 encontramos referencias a Éxodo 24 y la forma en que la provisión fue hecha para que el pueblo de Israel pudiera hacer expiación por sus pecados mediante la sangre de un cordero limpio y sin defectos, y se explica cómo el sumo sacerdote tenía que ir una vez al año al Lugar Santísimo en el tabernáculo para rociar la sangre del cordero en el expiatorio, para cubrir sus pecados y los pecados del pueblo.
Pero Jesús, habiendo sido hecho un sumo sacerdote, entró en un tabernáculo no hecho por manos humanas, y una vez por todas, entró en el Lugar Santísimo, no por medio de la sangre de animales que funcionaria sólo temporalmente para expiar los pecados, sino que entró por su propia sangre, la cual garantiza una redención eterna por nuestros pecados (Hebreos 9:11-14)
Cuando Jesús fue clavado en esa cruz, una cadena de acontecimientos tuvieron lugar, los cuales comenzaron a transformar el mundo entero. Y no fue pequeño sacrificio el que Él hizo, siendo azotado, golpeado, humillado, su piel rasgada en pedazos por las uñas y los huesos atados al final de ese látigo con el cual fue fustigado.
Sin embargo, el mayor sacrificio que Él hizo, fue, a sabiendas, aunque fuese por un instante, ser despreciado por Dios, rechazado por su propio padre.
Y mientras la sangre del cordero era derramada a través de las grietas en el suelo bajo la cruz de madera, así mismo empapaba los cuerpos de aquellos que han profesado y profesaran su amor y devoción por Cristo y por Dios, aquellos que por la gracia del Todopoderoso, han optado por seguirle fielmente a pesar de todas las posibles consecuencias. Y han sido hecho blancos como la nieve, habiendo sido vestidos con la justicia de Cristo Jesús.
El mensaje de la cruz está en el poder de la sangre de Jesús.
El poder de la sangre para limpiar los pecados y dejar sin mancha a cualquier persona que busque a Jesús, pues cuando encontramos nuestra vida en Cristo, nuestra carne muere al pecado y el pecado ya no tiene ningún poder sobre nosotros.
El poder de la sangre para garantizar una morada eterna en el cielo para aquellos que aman a Cristo, y para comenzar a vivir la eternidad en esta vida, abrazando la paz y el amor que es proporcionado a nosotros y a través de nosotros por el espíritu de verdad.
El poder de la sangre para derrotar el poder del mal en la vida del hombre, y para mantener a Satanás a raya, ya que ha perdido cualquier derecho sobre los que han confesado a Cristo como Señor y salvador.
Y ya no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús, porque la ley del espíritu de la vida nos ha liberado de la ley del pecado y la muerte. (Romanos 8:1-2)
El hombre ha rodeado el mensaje de la cruz con complejos rituales y ceremonias que no son parte de este. Y al hacerlo, han obstaculizado en muchos aspectos la obra del Espíritu de Dios para la salvación de los perdidos.
Yo prefiero poner las cosas simples. Si usted cree en Cristo, entonces usted lo sigue, y si usted sigue a Cristo, usted obedece sus mandamientos, y si usted obedece sus mandamientos, entonces usted vive una vida recta, la cual se hace evidente en el amor a Dios y al prójimo. Si usted no obedece sus mandamientos, entonces usted realmente no lo ama, entonces usted o no le conoce, o usted es un hipócrita y necesita ser salvo.
Si uno de estos es su caso, arrepiéntase, confiese sus pecados ante Dios y Él le perdonará, porque esta es la razón por la cual su hijo murió y fue resucitado.
Que el Señor te bendiga y te guarde, y puedas perseverar hasta el final.
Rev. José A. Luna
Siervo de Cristo Jesús
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