lunes, 13 de diciembre de 2010

El Señor Mismo te dará una Señal!

Isaías capítulo siete nos habla de los días en que Isaías el profeta fue enviado por Dios para hablar con el rey Acaz, rey miserable e idólatra que de acuerdo con el capítulo dieciséis de 2 Reyes, había hecho la maldad ante los ojos de Dios, y había seguido el camino de los reyes de Israel, un camino de desobediencia, de incredulidad, de rechazo de Dios, un camino que, según 2 Crónicas 28 le llevó a cerrar el templo del Señor y a hacer sacrificios humanos a los Baales y los dioses de su enemigos, incluyendo el sacrificio de su propio hijo.
Sin embargo, en su misericordia y en el propósito de ser fiel a la promesa hecha al rey David, Dios estaba dispuesto a rescatar a este hombre impío de la mano de sus enemigos, el pueblo de Siria y Efraín. Sin embargo, el corazón de este hombre estaba lleno de perversión e hipocresía, él estaba dispuesto a recibir el regalo de ser librado de sus enemigos, pero él no estaba dispuesto a cambiar su forma y caminar a la manera de sus antepasados. Él estaba dispuesto a recibir lo que Dios le daría, pero su corazón infiel exigía la garantía de un rescate humano, más que de Dios. Y el rey Acaz recurrió a recoger el oro y la plata del templo de Dios y de su propio palacio y enviarlos al rey de Asiria como regalo por su ayuda, pidiéndole que se convirtieran en aliados en contra de sus enemigos.
No puedo dejar de reflexionar sobre las muchas veces en mi pasado cuando tuve la oportunidad de dar gloria a Dios y permitirle que me librara de mis cargas, de mis problemas, y sin embargo opté por confiar en el mundo en ves de confiar en Dios, y buscaba otras soluciones para mis problemas o mi necesidad. Oh, cuánto dolor y cuantos errores me hubiese evitado si tan sólo hubiese confiado en el Señor!
En la actualidad, a menudo me encuentro aconsejando amigos y hermanos, y muchos miembros de nuestras iglesias que se encuentran pasando por situaciones similares, retos, adversidades, malas decisiones. Y las mismas respuestas constantemente resuenan en mis oídos: "¿cómo puedo saber que esto no es lo que Dios quiere para mí?", o "¿cómo puedo rechazar una oportunidad como esta?" o "Sé lo que estás diciendo, pero esto es lo que siento en mi corazón hacer ", o" mis amigos me dijeron ", o" yo quiero esto ', y la lista se extiende. Y seguimos haciendo caso omiso a los preceptos del Todopoderoso, y continuamos haciéndolo a nuestra manera. Y la voluntad de Dios para nuestras vidas sigue siendo echada a un lado por un tiempo, y el corazón del hombre sigue siendo engañado por la carne, y Dios tiene que seguir tomando medidas correctivas, y así la vida continúa.
Dios llego al extremo de decir a Acaz que pidiera una señal, cualquier señal, no importa cuán grande o pequeña, con el fin de mostrar a este rey corrupto y el pueblo de Judá, su poder infinito, y para confirmar que él haría lo que prometía . Y el rey Acaz podría haber pedido cualquier señal, no importa cuán descabellada. Pero en su mente ya este hombre había tomado una decisión, y él no estaba interesado en milagros, sino en la fuerza de un ejército que le librara de una derrota segura, el buscaba una alianza de humanos, lo cual militarmente parecía lógico, pero lo cual significaba un rechazo flagrante del Dios todopoderoso.
Por otro lado, recibir una señal de Dios le forzaría a enfrentarse a sus propias iniquidades, y renunciar a su aparente libertad y someterse a Dios. ¿Suena familiar?
Sin embargo, el corazón de un rey inicuo no obstaculizaría el propósito divino de Dios. La raíz de Isaí (Jesse) traería la salvación al mundo y Jerusalén era el lugar donde este evento tendría lugar. Así que Isaías habló a la casa de David en el nombre del Señor: "Por lo tanto, el Señor mismo os dará señal: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel. (Isaías 7:14).
En otras palabras, Dios le estaba diciendo el rey Acaz, y el pueblo de Judá, no importa que tu corazón miserable no quiera oír mis palabras, mi promesa se cumplirá, y un salvador va a nacer a los hijos de Israel, El morará entre ustedes y su reino eterno será establecido en la tierra.
En cuanto a vosotros, los que tratan de atacarles no prevalecerán, pero aquellos en quienes se apoyan para su rescate se convertirán en sus opresores. Y vemos mas tarde en la historia cómo durante muchos años los asirios mantuvieron subyugado al pueblo de Judá. Cumpliendo así la profecía de Isaías.
La promesa le fue recordada al rey Acaz, esta promesa es el fundamento del pacto de la alianza, un pacto que ni siquiera los impíos eran capaces de ignorar o rechazar. El Mesías había de nacer, y esta era una promesa esperada por todos, pues la salvación de toda la nación dependía de ello.
El profeta le estaba diciendo al rey Acaz, el decreto de Dios es inviolable, y tu rechazo obstinado, y tu ingratitud y tu corazón traicionero no obstaculizaran los planes de Dios. Un niño será nacido de virgen, concebido por el Espíritu Santo, y Él va a ser educado de acuerdo a las tradiciones de Israel, y "Él va a crecer en sabiduría y en estatura y en gracia ante Dios y el hombre" (Lucas 2:52)
La importancia indiscutible de esta profecía debió haberse hundido en el corazón del rey y de la nación, pues la trascendencia y las consecuencias de la afirmación "Y llamarás su nombre Emanuel" no era pequeña declaración, ya que incluso hoy no es una declaración cualquiera.
Estamos una vez más acercándonos a la temporada mas alegre del año, y existe una razón enorme por la cual estar alegres, si llegamos a entender el significado de aquel nacimiento de virgen, de aquel niño nacido en un pesebre, un niño el cual es la encarnación de Dios, un niño que tomó sobre sí las iniquidades de todos nosotros (Isaías 53:6). Un niño que por la gracia de Dios se hizo nuestro redentor...
El rey Acaz no podía ni quería ver la importancia y las implicaciones de sus acciones, las cuales trajeron como consecuencia la destrucción y la miseria para el pueblo de Judá.
A menudo nosotros enfrentamos situaciones similares, y frecuentemente encontramos razones suficientes para rechazar la llamada del Señor, y le damos la espalda, y con nuestras actitudes y nuestro rechazo a menudo traemos el dolor a nuestras vidas y a la de nuestros seres queridos. Sin embargo, en su infinito amor y fidelidad, Dios sigue teniendo el deseo de darnos otra oportunidad, a pesar de nuestro rechazo.
Este es un momento oportuno para meditar en nuestras vidas, y ser reconciliados con Dios, y abrazar sus caminos y vivir verdaderamente libres. Si aún no lo conoces, pídele una señal, cualquier señal, e incluso si no te atreves, sólo pídele que entre en tu corazón.
En una ocasión hace dos mil años Él le dio al mundo una señal maravillosa, un niño nació, y se convirtió en la luz del mundo, y ese niño fue echo hombre, y fue clavado a una cruz como propiciación por nuestros pecados, y allí murió y fue enterrado en una tumba prestada, y en el tercer día se levantó de entre los muertos, y con su resurrección hemos sido liberados de las garras de la muerte.
Pídele a Él tu redención, y el Señor mismo te dará una señal.

Rev. José Antonio Luna
Siervo de Cristo Jesús

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