domingo, 26 de septiembre de 2010

Comisión!

Ayer escribí sobre la convicción como la primera de las cuatro C que marcan el sello de la fe cristiana en nuestras vidas, las otras tres son de la Comisión, el compromiso y la compasión.
Hoy voy a escribir unas palabras sobre la Comisión como un llamado que es intrínseco de la unción que recibimos a través del Espíritu Santo cuando experimentamos el nacimiento transformador en Cristo.
Comisión, porque descubrir a Jesús desata un hambre incontrolable de llevar a los demás la buena noticia de las maravillas de nuestro descubrimiento, la cual se convierte en una necesidad más grande que cualquier otra necesidad. Y si decimos que estamos en Cristo, y nos avergonzamos de su nombre, y mantenemos nuestra convicción en secreto, no hay verdadera conversión en nosotros. "El que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre" (Mateo 10:33) y me doy cuenta de que muchas veces cuando abrazamos nuestra nueva vida en Cristo una gran cantidad de cambios tienen lugar, y se toma un tiempo para desarrollar la confianza necesaria para convertirnos en un testimonio de sus grandes maravillas. Pero la motivación está presente en nuestros corazones, e incluso si no podemos expresarlo con palabras, todavía queremos que el mundo sepa que algo sobrenatural ha tocado nuestras vidas,
Cuando recibimos a Cristo en nuestros corazones recibimos también el anhelo ser una luz que traiga transformación a los que nos rodean.
"Así alumbre vuestra luz delante de los hombres de tal manera que vean vuestras buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el Cielo." (Mateo 5:16)
La comisión ordenada del Señor Jesucristo es para todo el que lo sigue y para cada momento de nuestras vidas. Y hay tantas maneras de convertirse en un promotor del cristianismo que no hay excusa razonable para no hacerlo. De cualquier modo, en última instancia, cuando el miedo al rechazo nos ahoga, cuando las palabras no pueden fluir a través de nuestros labios, nuestras simples maneras y nuestro comportamiento, los cuales dan testimonio de nuestra transformación son a menudo suficientes para despertar la curiosidad, y tocar el corazón de aquellos que están siendo llamados.
Ser testigo de Cristo es un mandamiento, pero esto no implica que todos debemos ser predicadores, El Espíritu del Señor, que vive en nosotros nos da las herramientas y las palabras para hablar en su nombre, aunque a menudo un acto de bondad, un corazón compasivo, habla más fuerte que mil palabras. "Vosotros sois la sal del mundo" (Mateo 5:13), así que permite que el sabor del condimento de tu vida en la propagación de Cristo alcance toda tu esfera de influencia, e incluso si en el trabajo no te es permitido hablar de Cristo, tu salinidad traerá su sabor a todos los que te rodean.
El testimonio que nuestro llamado requiere de nosotros no nos obliga a pararnos en un púlpito frente a una multitud, o viajar al extranjero a lugares remotos en el nombre de Jesús, estos son llamados específicos los cuales hombres y mujeres de Dios reciben, al ser impulsados por el poder del Espíritu Santo, lo mismo puede decirse de los muchos otros llamados que Dios hace a los elegidos.
Pero a la luz de nuestro nuevo nacimiento, debemos dar testimonio, y la verdadera conversión nos llevará a testificar de él de un modo u otro
Juan el Bautista fue llamado a anunciar la venida del Señor Jesucristo, y uno podría pensar que una vez que Jesús inició su ministerio, la obra de John fue cumplida, sin embargo, vemos cómo siguió bautizando hasta el último instante, mientras Jesús y sus discípulos También bautizaban (Juan 4:22-24). Steven fue llamado a servir comidas a los pobres y las viudas, y sin embargo lo encontramos predicando y enseñando y leemos sobre gente que fue curada a través de su unción (Hechos 6:8)
Mi muy querida hermana Gladis es unos años mayor que yo y ante los ojos del mundo ella no es mas que una dulce mujer la cual fielmente va a la iglesia cada domingo, pero dentro de su cartera podemos encontrar cientos de tratados y biblias en miniatura, los cuales ella utiliza para evangelizar a donde quiera que va. Todos los días, religiosamente, cuando ella va al banco o al supermercado o a la peluquería, siempre tiene una palabra de sabiduría y un tratado en la mano para ofrecer a alguien, y a través de su actitud apasionada cientos de personas han llegado a el arrepentimiento y la salvación en Cristo.
Otro amigo, quien no posee la capacidad de hablar a la gente, utiliza sus extraordinarias habilidades de dibujo para pintar motivos cristianos y carteles de motivación.
Al igual que estos dos podría yo mencionar cientos de ejemplos de hombres y mujeres quienes no parecen tener una vocación especial, y aun así cada uno de ellos diariamente hace una diferencia en la manera en la que han optado por caminar en Cristo.
Tal vez usted no tiene el coraje o la motivación, o la habilidad, pero un acto de compasión, un acto de amor, una expresión de cariño, le importa a aquellos que son tocados por Dios a través de usted. Si nada más, siempre puede dejar que su actitud sea su testigo, siempre hay una manera en la que cada uno de nosotros puede elevar su voz en nombre de Jesús.
Que tu voz sea escuchada, y que una explosión de tu unción esparza el poder que Dios te ha dado de hablar en su nombre.

Rev. José A. Luna
Siervo de Cristo Jesús

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