La Iglesia
de Jesucristo está compuesta de pecadores que se han arrepentido de sus pecados
y se encuentran, por la gracia de Dios, refugiados en los pies de Jesús, pecadores
que a través de reconocer su quebrantamiento y su necesidad de redención,
fueron justificados por la fe en el sacrificio de Cristo, y su poder para
limpiarnos y hacernos justos delante de Dios.
Sin
embargo, el haber confesado a Cristo Jesús como Señor y Salvador y asistir
regularmente a los servicios y actividades de la iglesia, y aun ser activo en
otras áreas de servicio no determinar plenamente la condición espiritual de una
persona y su morada final.
La Biblia
es muy clara acerca de quiénes han sido verdaderamente redimidos, cuyos nombre
están escritos en el libro de la vida, quienes realmente pertenecen a Cristo;
pero de alguna manera esta parece ser una doctrina elusiva para los redimidos.
Y si bien no debería haber confusión en absoluto, millones de profesantes viven
engañados acerca de su salvación, y muchos otros viven en la duda acerca de su
verdadera condición en Cristo.
La
justificación por la fe es enseñada por Jesús y por cada uno de los escritores
del Nuevo Testamento, y también lo es también la santificación. Y estas dos
doctrinas están entrelazadas, unidas entre sí y juntas revelan una verdad imprescindible
acerca de la verdadera salvación.
La parábola
del banquete en Mateo 22:1-14 es una de esas ocasiones en que Jesús enseña
claramente quien pertenece en el cielo y quien no, en esta parábola nos damos
cuenta de cómo los que fueron invitados originalmente y rechazaron la
invitación se quedaran fuera, estos son los herederos naturales de la promesa,
y las puertas están abiertas a todos los demás "buenos y malos" estos
son los herederos espirituales de la promesa de Abraham. Jesús nos está
diciendo que los originales invitó los israelitas que rechazaron la invitación
están siendo dejados a un lado, y bajo el nuevo pacto se está dando la bienvenida
a los nuevos huéspedes, los gentiles y los israelitas que aceptaron la
invitación. Sin embargo, entre los que entraran a la boda hay algunos que no
tienen ropa de la boda, aquellos que han aceptado la invitación, pero rechazan
las condiciones establecidas para la boda. Estos también estarán siendo
rechazados por Dios.
Romanos 3:21-26
explica a fondo la doctrina de la justificación por la fe, y nos ayuda a
comprender que todo el que cree es justificado, hecho justo por Dios a través
de Cristo. Sin embargo, la comprensión de la palabra creer en esta declaración
es de gran importancia para entender quien realmente es justificado, porque
creer no es sólo un asentimiento de una declaración, sino una convicción
transformadora que trae arrepentimiento y provoca un cambio radical en la vida
de un persona. El Creer declarado en cada una de las palabras de Jesús a través
de los evangelios es una profunda reestructuración de la visión del mundo de un
individuo, y una renovación completa de su naturaleza, causada por la obra del
Espíritu Santo en su vida. Este creer provoca un cambio completo de la mente,
que no deja lugar para mirar atrás a la vieja vida, y se genera un nuevo
conjunto de deseos y motivos para existir, un nuevo propósito para vivir.
La palabra
específica utilizada por Jesús es nacer de nuevo, porque esto es exactamente lo
que se lleva a cabo tanto física como espiritualmente cuando esta convicción
invade nuestro cuerpo.
De modo que
la justificación por fe deja huellas evidentes, que son muy remarcables. Es
imposible que un redimido sea la misma persona una vez que el arrepentimiento y
la redención ha tenido lugar, por lo que si no hay evidencia de cambio no hay
arrepentimiento, y no hay redención.
Ahora, una
persona no necesariamente siente estos cambios en él o ella de inmediato,
aunque habrá un nuevo conjunto de deseos y un rechazo consciente de las cosas
viejas; pero a otras personas, estos cambios les serán evidentes.
La doctrina
de la santificación también es enseñada por Jesús en muchas de sus enseñanzas y
parábolas, en Mateo 6:19-24 Él habla de acumular tesoros en el cielo, donde la
polilla y el orín no pueden destruir; Él nos dice que los ojos son la lámpara
del cuerpo, y que es mejor perder un brazo que terminar con ambos brazos perdido
en el infierno.
La Biblia
nos enseña en Santiago 2:14-26 que una fe que no es activa es una fe muerta, y
que la única fe válida es la que es evidente a través de las obras de amor y
compasión, y el compromiso continuo y la cercanía a Dios.
Pablo nos
dice: Por lo tanto, mis queridos amigos, como siempre habéis obedecido; no sólo
en mi presencia sino mucho más ahora en mi ausencia; seguid trabajando en
vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros
produce así el querer como el actuar con el fin de cumplir su buena voluntad.
(Filipenses 2:12-13)
Mientras
que algunos casos son evidentes, sólo Dios conoce a los que son salvos y los
que no lo son, sin embargo, cada individuo puede saber si es de Dios o no,
porque Dios no nos dejara en la oscuridad si clamamos a Él para que escudriñe nuestros
corazones y nos muestre la culpa que aun podría estar obstaculizando nuestra
perfecta comunión con Él. Muchos de los que se llaman cristianos prefieren
vivir en el autoengaño, antes que renunciar a sus estilos de vida; Ellos viven
la triste decepción del joven rico que vino a ver a Jesús, con el deseo de asegurar
un lugar en el cielo, pero se aferraba a sus ídolos.
Dios no
comparte su gloria con nadie, de modo que; o nos sometemos a Él verdadera y
plenamente, o vivimos en rebelión, dándole servicio de labios y engañándonos a
nosotros mismos respecto de nuestra verdadera condición espiritual. Si usted
tiene alguna duda hoy, pídele que te limpie y te renueve; si eres sincero, Él te
dará seguridad de su amor y la evidencia de tu salvación.
No hay
espacio para medio cristianos en el cielo
José A.
Luna
Siervo de
Cristo Jesús
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