Al igual que todos los cristianos, me gustaría poder escuchar la voz de Dios cada cinco minutos, me gustaría que El me dijera cada pequeña cosa que debería estar haciendo en todos los aspectos de mi vida, desde qué alimentos comer, qué ropa ponerme, de qué manera cepillarme los dientes, hasta la ruta que debo tomar en el camino al trabajo y vuelta a casa.
De hecho La vida sería fácil si tuviéramos una brújula, una especie de GPS que nos diera cada pequeño detalle sobre nuestro diario vivir, esto seria ideal, y nos evitaría tropiezos y caídas innecesarias, y todos los dolores de cabeza y las pesadillas, y los golpes y contusiones que estamos destinados a sufrir en nuestro caminar por la vida.
La realidad es que las cosas si funcionan exactamente así, sí tenemos una brújula, una especie de GPS que nos dice siempre que camino tomar. Tenemos la voz de Dios la cual siempre nos está diciendo qué hacer. La realidad es que tenemos problemas de audición, o estamos demasiado ocupados para prestar atención a lo que Dios nos esta tratando de decir.
Proverbios 3:5-6 dice: Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia, reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.
Muchos cristianos leen la Biblia y ven cómo el Señor nuestro Dios usaba hablar con Moisés o Abraham o José, y desean y piden que Dios les hable de esta manera. Pero fallamos en no entender que la Biblia fue escrita durante un período de 1500 años, y que las conversaciones con Moisés o José o Abraham no ocurrieron tan rápidamente como Dios nos habla hoy a través del Espíritu Santo. De hecho, Abraham tenía setenta y cinco años la primera vez que escuchó la voz de Dios, y le tomó veinticinco años ver materializada la primera de sus promesas. Moisés pasó cuarenta años en el desierto con los israelitas, pagando el precio de la sordera de su congregación y esperando en el Señor para ver cumplida la promesa que El les hizo al salir de Egipto. José pasó catorce años en prisión, antes de que la magnífica gracia de Dios lo redimiera de la esclavitud a la realeza. Y nosotros nos impacientamos porque no escuchamos la voz del Señor con mucha frecuencia.
La realidad es que en esta dispensación, la voz de Dios es escuchada casi a diario por sus hijos, sin duda podemos contar con el hecho de que Él va a responder a nuestras oraciones si le pedimos conforme a su voluntad, e igualmente tenemos la Biblia, un libro que fluye con poder y vida y que nos da vida, y a través del cual Dios nos habla constantemente, y tenemos a nuestros hermanos, que a menudo nos traen palabras de conocimiento de parte del Señor.
Más somos demasiados rápidos para descartar su palabra como irrelevante o no relacionada con nuestra circunstancia, o simplemente mostramos apatía o desdén, sobre todo si lo que estamos escuchando o leyendo no es lo que queremos ver u oír.
a base de tropiezos he aprendido a no tomar decisiones, por pequeñas que estas sean, sin consultar con el Señor, sin escuchar su voz, porque siempre hay un precio que pagar por la desobediencia, y apoyarnos no en nuestro propio entendimiento, en nuestra propia prudencia, significa exactamente eso.
¿Cómo hago para, confiar en el Señor y no apoyarme en mi propio entendimiento? Aprendiendo a afinar los ojos y los oídos de mi corazón para atrapar el mensaje de Dios, venga de donde venga, porque no sabemos realmente en qué dirección Su voz va a venir. Y si afinamos nuestros sentidos y los conectamos a nuestro corazón, su voz estará resonando fuerte y clara cada vez que la buscamos.
Algo que debemos aprender a hacer, y que requiere paciencia, es esperar por confirmación, porque Dios siempre nos confirma sus mensajes, inclusive los más triviales. Pero, sobre todo cuando hay una decisión importante que tomar, debemos esperar escuchar la voz de Dios en más de una ocasión y de diferentes maneras, hasta que estemos seguros de que realmente es la voz de Dios la que nos habla. Porque el diablo siempre está en acción con su astucia y sus artimañas, y él tiene la capacidad de poner ideas en nuestra cabeza, o para poner palabra en la boca de algún hermano para tratar de enviarnos en la dirección equivocada.
Como un breve ejemplo les contare que hace uno días, el Señor había puesto en mi corazón una fecha para un próximo viaje, y aunque yo ya tenía la confirmación sobre esta fecha, se presento una oportunidad para comprar un pasaje de avión barato en una fecha diferente, la cual, basado en mi entendimiento, no parecía demasiado lejos o relevante en ese momento. Así que procedí a comprar este billete de avión, tratando de ahorrar dinero, y sin tomarme el tiempo para escuchar una confirmación de Dios. Si has pensado que fue un error, estas acertado. A los pocos días las cosas se veían mucho más claras, y era obvio que tenía que viajar en la fecha original, por lo que tuve que cambiar el billete y perder unos cuantos cientos de dólares en el intercambio. Y resulta que incluso en esta ocasión logré conseguir un billete mucho más barato aun, para el día en que debía viajar. Pero debido a que decidí confiar en mi propia prudencia, a pesar de la tarifa más barata todavía perdí dinero en el intercambio.
Cada instancia de nuestras vidas debe ser llevada ante el Señor para su aprobación, cada pensamiento que tenemos cada segundo de nuestras vidas debemos someterlo al Señor, cada aliento que tomamos se lo debemos al Señor, y sería perfectamente prudente si le preguntamos si debemos inhalar o exhalar. Porque si comprometemos nuestro camino al Señor, Él hará brillar nuestra justicia como la aurora. (Salmo 37:5-6) y, de hecho, nuestra audición será mucho mas eficiente, nuestro espíritu aprenderá a caminar en comunión con el espíritu de Dios que habita en nosotros, y la gloriosa riqueza de su gracia brillara sobre nosotros en cada momento de nuestras vidas.
Entonces Cristo hará su hogar en nuestros corazones mientras confiamos en él. Y nuestras raíces crecerán hacia abajo en el amor de Dios y nos mantendrán fuertes. (Efesios 3:17) (Énfasis mío)
Rev. José A. Luna
Siervo de Cristo Jesús
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