lunes, 24 de enero de 2011

La Autenticidad de tu Fe!

Los ministros de la prosperidad proclaman que no es necesario sufrir y que el Señor nos ha prometido prosperidad y éxito en la vida presente y la gloria y la exaltación en la vida venidera.
Y yo vivo avergonzado frente a esta filosofía de libertinaje, a esta doctrina de adornos y fantasías, avergonzado de ser visto como un igual con este montón de reprobados.
Pues el Señor Jesucristo nos enseña claramente que si de verdad y de todo corazón queremos vivir una vida piadosa en Cristo Jesús nuestro Señor, seremos perseguidos. (2 Timoteo 3:12)
Ahora bien, esta nota no es acerca de los falsos profetas o ministros corruptos; ese es un tema que hemos discutido abundantemente en el pasado.
Esta nota es acerca de ti, acerca la autenticidad de tu fe, acerca la veracidad de tu relación con Jesús, acerca de tu compromiso de caminar en la palabra y vivir una vida de sumisión y obediencia a Dios. Pues la Biblia también enseña que no infractor, heredará el reino de Dios (1 Corintios 6:9). Porque de eso puedes estar seguros de que nadie inmoral ni impuro ni avaro, esto es idolatría, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. (Efesios 5:5) (También en Gálatas 5:19-21)
La abundancia de razones por las que una persona puede ser distraída después de haber profesado su fe en Cristo hace que sea necesario hablar de este tema en el día de hoy. Porque es demasiado común encontrar a una persona que ha profesado un amor apasionado por Cristo, caminando en el mundo y admitiéndolo como "vida normal" sin darse cuenta de que el caminar en el mundo está plagado de manchas de idolatría, de deseos codiciosos, de celos, de envidia, de orgullo, de egoísmo, de codicia, y todo tipo de pensamientos maliciosos.
Y muchos argumentan que un verdadero cristiano no caería en tales trampas, que el Espíritu Santo no se lo permitiría, y yo contestaría que sí, tiene toda la razón.
La verdadera fe consiste en seguir la sana doctrina, y la sana doctrina se refiere a la pureza del corazón, hacer el bien, ser dueño de sí mismo, sometiéndose a Dios y a la autoridad, amar a tu vecino sea que este te haga bien o mal, y ser moderado, sincero, y diligente. En esencia, la fe verdadera es acerca de caminar en la justicia en todas las circunstancias. (Véase Tito 2) Porque Dios nos dice: "Sed santos porque yo soy santo" (Levítico 19:2).
La Biblia nos enseña que nuestra fe es un don de Dios, un favor inmerecido que nos libera de las consecuencias del pecado, y al hacerlo, también nos libera del deseo de pecar y nos conduce a una pasión extraordinaria por Cristo y a la revelación de su voluntad, la cual nos lleva a querer crecer y aprender y conocer todo lo que podamos acerca de él.
Ahora bien, el enamorarse, y el amor son dos cosas totalmente diferentes, el primero podría ser sólo un capricho, un flechazo, una atracción temporal causada por una combinación de nuestra necesidad inherente por la supervivencia y nuestra necesidad de ampliar los limites nuestro alcance, el segundo nace del conocimiento, así como de la identificación de la importancia de la vida del otro con relación a nuestra vida.
Cuando Dios nos toca, sin embargo, todas las dudas se despejan, y esta experiencia no tiene nada que ver ni con enamorarse, ni con el amor, aunque ambos están involucrados en la acción real de convertirse en un apasionado por Jesús. Este un evento sobrenatural el cual activa la transformación interior instantánea, es un acto literal de muerte y resurrección, un nacimiento espiritual sobrenatural sin precedentes. Esto no quiere decir que vamos a ver fuegos artificiales o sentir algún tipo de actividad extraña en nuestros cuerpos. Aunque en algunos casos, todo esto sucede, no es extraño que en otros casos sólo la comprensión clara de una actitud transformada se haga presente.
Por otro lado, puede haber una atracción momentánea por Cristo Jesús, la cual no implica un llamado de Dios, o un bautismo real de renacimiento.
Muchos miembros activos de la Iglesia del presente viven en este estado, se enamoraron de Cristo y pasaron su luna de miel con él, y poco a poco volvieron a su vida anterior. En muchos casos, después de haber aprendido lo suficiente acerca de la Biblia y sus mandamientos, estos seudo creyentes viven una vida cristiana errática, pecando hoy y mañana arrepintiéndose, viven una vida de tormento llena de culpa, tratando de ser fieles, pero no lográndolo, con el tiempo estos terminan por renunciar a su esfuerzo y abandonan la fe por completo. Estos, simplemente, nunca fueron verdaderos cristianos.
Debemos aclarar que a menudo muchos de estos cristianos erráticos transfieren su enamoramiento inicial al verdadero amor, y el señor finalmente les toca y son redimidos.
Es importante también, indicar que la rutina de pecado y confesión en la que muchos caen, no necesariamente implica que una persona sea un candidato a descarriarse. Muchos hermanos que han sido tocados por Dios y tenido una verdadera experiencia sobrenatural de renacimiento en el espíritu, permiten que algunos aspectos de su vida pasada mantengan un yugo en su caminar por la fe, causando que estos sigan fallando en áreas especificas de sus vidas, mientras viven una vida de victoria en otras áreas. Estas personas y todos los hermanos que estén luchando con el pecado de esta manera deben buscar el consejo de sus líderes o de un consejero cristiano, que pueda ayudarles a ser verdaderamente libres, y verdaderamente comprometidos con Jesús.
Lo más importante de todo esto, es que ser seguidor de Jesús no nos hace inmunes a las consecuencias del pecado en el mundo, y todos vamos a estar expuestos en un momento u otro al dolor y el sufrimiento,
Estos son los momentos que demuestran nuestra resiliencia, y nuestro compromiso con nuestra fe en Cristo Jesús, y los que nos llevarán al crecimiento y la madurez.
Y esta vida temporal en la carne, nos conducirá a una libertad gloriosa, si perseveramos.
En todo esto os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo hayáis tenido que sufrir todo tipo de pruebas. Estas han venido para que la autenticidad probada de vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque refinado por el fuego, es perecedero, resulte en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo. (1 Pedro 1:6-7)
Que Él sea siempre parte de tu vida, de la vida presente, y el por venir!

Rev. José Antonio Luna
Siervo de Cristo Jesús

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