¿Cualquier
experiencia que vivamos en Cristo, siempre destacara su fidelidad, y esto es lo
único en lo que confiadamente podemos presumir. Si los cristianos no hemos
experimentado esta híper-realidad en nuestro diario vivir, tenemos el derecho a
reclamarle a Dios, pues Él nos ha dado ese derecho. Porque sus promesas no son
sólo palabras lanzadas al aire, sino verdades que pueden ser afirmadas, esperadas
y le exigidas cuando hemos estado tomando su palabra en serio y aplicándola a
nuestras vidas hasta el más mínimo detalle.
Podemos ver
la experiencia de Rahab, una mujer sencilla y de vida cuestionable, quien creyó,
Ella habría escuchado, quizás de la boca de uno de los hombres que la visitaba,
quizás en el mercado, acerca de las andanzas de los hijos de Israel, acerca de
sus victorias sobrenaturales, y del gran poder de su Dios, y ella creyó.
Sin
embargo, debemos considerar el hecho de que creer que no es suficiente. Una
demostración de fe que no deje lugar a dudas le dirá al mundo que usted
realmente cree, porque Satanás cree y él está destinado al infierno. Sin
embargo, el creer de Rahab era un creer de fe, un creer digno de salvación, un
creer convincente y regenerador, el tipo de creer que no deja espacio para la
dudas.
En el
momento adecuado Dios le envió una manera de activar y poner a prueba su creer,
Y Rahab tomo esta oportunidad, a riesgo de su propia vida y la de su familia, y
sin dudar, puso su fe en acción, y escondió a los espías en su casa sabiendo
que esto era una sentencia de muerte si ellos fueren descubiertos, sabiendo, que
aun sus seres queridos probablemente también morirían con ella. Con esta convicción,
Rahab puso en acción un plan para traer a los espías con seguridad fuera de los
muros de Jericó. Y a continuación, tomo precaución en no olvidar un muy simple
detalle, una pequeña muestra de su fe activa, atar una cinta escarlata en su
ventana. "De modo que los despidió, y se fueron. Y ella ató el cordón de escarlata
a la ventana. "Joshua 02:21
A menudo reclamamos
a Dios su compromiso con sus promesas, y aun así no recibimos respuesta, y deberíamos
preguntarnos, ¿hemos obedecido en detalles todos sus mandamientos, sus
instrucciones? Los espías le dijeron a Rahab, "si no vemos la cinta escarlata
en tu ventana no estamos obligados a cumplir nuestra promesa" Prestemos
atención hermanos y hermanas, a los pequeños detalles, a las pequeñas cosas que
usualmente descartamos como irrelevantes, a los pequeños detalles de amor, a
los simples actos de obediencia. Este simple acto de obediencia garantizo a
Rahab y su familia el camino a la salvación, les garantizo el cumplimiento de
una promesa.
Jacob oró a
Dios 'Pero usted ha dicho, "he aquí yo te haré bien, y haré a tu
descendencia como la arena del mar, que no se puede contar.'" Génesis 32:12.
Jacob
estaba en un aprieto cuando se acercaba a la tierra de sus antepasados.
Sabiendo que su hermano se acercaba a él con cuatrocientos hombres, y que con
toda probabilidad Esaú venía con la intención de matarle a él y su familia. Él le
imploró a Dios, pero él no se limitó a implorar, él también le recordó a Dios la
razón por la que él estaba allí, él estaba proclamando y reclamando las promesas
que Dios le había hecho y exigiendo que estas fuesen cumplidas.
Jacob pudo
haber ido a otro lugar con su familia, él pudo haberse asentado en un lugar
seguro en una región diferente, incluso dentro de la misma tierra de Canaán,
pero las instrucciones de Dios fueron, específicamente, volver a la tierra de
sus antepasados, y Él había atado una promesa de este mandamiento. Jacob conocía
el carácter de Dios, él sabía que Dios era fiel, digno de confianza y fiable; y
el confiaba en que la promesa de Dios se haría realidad. Así que él se puso en
se marcha, sin vacilaciones, sin dudas, hacia Canaán, hacia la tierra de sus antepasados,
y hacia un posible enfrentamiento con su hermano.
¿Le obedecerías
tu a Dios si supieras que esto implicaría un gran riesgo para tu bienestar y el
de tu familia, le obedecerías ciegamente a sabiendas de que eso significaría
perderlo todo, tal vez incluso tu vida?
Jacob era
un hombre hábil, y el utilizó todas las habilidades, cada don dado por Dios, en
preparación para su potencial encuentro con Esaú, y él ciertamente temía a su
hermano, pero él confió en Dios por el resultado, hasta el punto de luchar con
él y exigirle las bendiciones prometidas.
Sin
embargo, hay que acentuar el hecho de que Jacob actuó en las instrucciones de
Dios en detalle, y sin dudar, independientemente de su implicación; él puso los
dones de Dios a trabajar para la ejecución de sus mandamientos, y a
continuación, Proclamó, y declaró, e incluso lucho con Dios por el cumplimiento
de estas promesas.
Aquí tenemos
dos historias que nos enseñan una gran lección sobre la activación de la fe y
de las promesas de Dios en nuestras vidas. Él nos está dando instrucciones
exactas acerca de cómo hacer esto. La palabra de Dios es inmensa y profunda y
exhaustiva, y hay que dedicarle tiempo de nuestro tiempo y poner esfuerzo y
dedicación, y poner en ella toda nuestra pasión; para así poder asimilar sus
instrucciones para nuestras vidas, pues estas son instrucciones que vienen
directamente de Dios, y que electrifican nuestras almas y nos inundan de
energía espiritual. Pero lo más importante; la palabra de Dios es la llave que
abre la puerta a nuestras bendiciones, no porque nosotros la leamos, sino porque
después de leerla, la ponemos en práctica.
Dios nos ha
dado dones y habilidades y capacidades que han de ser utilizados para su
gloria, y cuando las usamos para activar la palabra de Dios, no sólo en nuestra
vida, sino también en la vida de nuestra familia y amigos, y vecinos y todo el
mundo en nuestro ámbito de la interacción, y cuando la obedecemos incluso en su
más mínimo detalle, entonces no vamos a tener necesidad de exigir que Dios
cumpla sus promesas en nuestras vidas, pues estas se cumplirán justo ante
nuestros ojos, y vamos a estar viviendo en el temor y el asombro de la gracia
de Dios, y entonces, vamos a ver su gloria.
No hay una
instancia en la Biblia en que las promesas de Dios no se cumplen, cada uno de estas
promesas es cien por ciento confiable. En Josué 23:14 Josué dijo a su pueblo, reconozcan
pues, con todo su corazón y con toda su alma que ni una sola de todas las
buenas palabras que Jehová su Dios les dio ha fallado. Cada promesa se ha
cumplido; ninguna ha fallado.
Y yo estoy diciéndote
en esta hora. No habrá nunca una promesa incumplida de Dios. Sólo depende de ti.
Por lo tanto toma posesión de sus promesas, y actívalas, exígelas, y decláralas
y las veras hechas realidad a tu vida. Pero primero tienes que serle fiel a tu
Dios, en el más mínimo detalle.
Sea Dios
veraz, y todo hombre mentiroso. Romanos 3: 4
Rev. José A. Luna
Siervo de Cristo Jesús
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