martes, 19 de abril de 2016

Sea Dios Veraz!

¿Cualquier experiencia que vivamos en Cristo, siempre destacara su fidelidad, y esto es lo único en lo que confiadamente podemos presumir. Si los cristianos no hemos experimentado esta híper-realidad en nuestro diario vivir, tenemos el derecho a reclamarle a Dios, pues Él nos ha dado ese derecho. Porque sus promesas no son sólo palabras lanzadas al aire, sino verdades que pueden ser afirmadas, esperadas y le exigidas cuando hemos estado tomando su palabra en serio y aplicándola a nuestras vidas hasta el más mínimo detalle.
Podemos ver la experiencia de Rahab, una mujer sencilla y de vida cuestionable, quien creyó, Ella habría escuchado, quizás de la boca de uno de los hombres que la visitaba, quizás en el mercado, acerca de las andanzas de los hijos de Israel, acerca de sus victorias sobrenaturales, y del gran poder de su Dios, y ella creyó.
Sin embargo, debemos considerar el hecho de que creer que no es suficiente. Una demostración de fe que no deje lugar a dudas le dirá al mundo que usted realmente cree, porque Satanás cree y él está destinado al infierno. Sin embargo, el creer de Rahab era un creer de fe, un creer digno de salvación, un creer convincente y regenerador, el tipo de creer que no deja espacio para la dudas.
En el momento adecuado Dios le envió una manera de activar y poner a prueba su creer, Y Rahab tomo esta oportunidad, a riesgo de su propia vida y la de su familia, y sin dudar, puso su fe en acción, y escondió a los espías en su casa sabiendo que esto era una sentencia de muerte si ellos fueren descubiertos, sabiendo, que aun sus seres queridos probablemente también morirían con ella. Con esta convicción, Rahab puso en acción un plan para traer a los espías con seguridad fuera de los muros de Jericó. Y a continuación, tomo precaución en no olvidar un muy simple detalle, una pequeña muestra de su fe activa, atar una cinta escarlata en su ventana. "De modo que los despidió, y se fueron. Y ella ató el cordón de escarlata a la ventana. "Joshua 02:21
A menudo reclamamos a Dios su compromiso con sus promesas, y aun así no recibimos respuesta, y deberíamos preguntarnos, ¿hemos obedecido en detalles todos sus mandamientos, sus instrucciones? Los espías le dijeron a Rahab, "si no vemos la cinta escarlata en tu ventana no estamos obligados a cumplir nuestra promesa" Prestemos atención hermanos y hermanas, a los pequeños detalles, a las pequeñas cosas que usualmente descartamos como irrelevantes, a los pequeños detalles de amor, a los simples actos de obediencia. Este simple acto de obediencia garantizo a Rahab y su familia el camino a la salvación, les garantizo el cumplimiento de una promesa.
Jacob oró a Dios 'Pero usted ha dicho, "he aquí yo te haré bien, y haré a tu descendencia como la arena del mar, que no se puede contar.'" Génesis 32:12.
Jacob estaba en un aprieto cuando se acercaba a la tierra de sus antepasados. Sabiendo que su hermano se acercaba a él con cuatrocientos hombres, y que con toda probabilidad Esaú venía con la intención de matarle a él y su familia. Él le imploró a Dios, pero él no se limitó a implorar, él también le recordó a Dios la razón por la que él estaba allí, él estaba proclamando y reclamando las promesas que Dios le había hecho y exigiendo que estas fuesen cumplidas.
Jacob pudo haber ido a otro lugar con su familia, él pudo haberse asentado en un lugar seguro en una región diferente, incluso dentro de la misma tierra de Canaán, pero las instrucciones de Dios fueron, específicamente, volver a la tierra de sus antepasados, y Él había atado una promesa de este mandamiento. Jacob conocía el carácter de Dios, él sabía que Dios era fiel, digno de confianza y fiable; y el confiaba en que la promesa de Dios se haría realidad. Así que él se puso en se marcha, sin vacilaciones, sin dudas, hacia Canaán, hacia la tierra de sus antepasados, y hacia un posible enfrentamiento con su hermano.
¿Le obedecerías tu a Dios si supieras que esto implicaría un gran riesgo para tu bienestar y el de tu familia, le obedecerías ciegamente a sabiendas de que eso significaría perderlo todo, tal vez incluso tu vida?
Jacob era un hombre hábil, y el utilizó todas las habilidades, cada don dado por Dios, en preparación para su potencial encuentro con Esaú, y él ciertamente temía a su hermano, pero él confió en Dios por el resultado, hasta el punto de luchar con él y exigirle las bendiciones prometidas.
Sin embargo, hay que acentuar el hecho de que Jacob actuó en las instrucciones de Dios en detalle, y sin dudar, independientemente de su implicación; él puso los dones de Dios a trabajar para la ejecución de sus mandamientos, y a continuación, Proclamó, y declaró, e incluso lucho con Dios por el cumplimiento de estas promesas.
Aquí tenemos dos historias que nos enseñan una gran lección sobre la activación de la fe y de las promesas de Dios en nuestras vidas. Él nos está dando instrucciones exactas acerca de cómo hacer esto. La palabra de Dios es inmensa y profunda y exhaustiva, y hay que dedicarle tiempo de nuestro tiempo y poner esfuerzo y dedicación, y poner en ella toda nuestra pasión; para así poder asimilar sus instrucciones para nuestras vidas, pues estas son instrucciones que vienen directamente de Dios, y que electrifican nuestras almas y nos inundan de energía espiritual. Pero lo más importante; la palabra de Dios es la llave que abre la puerta a nuestras bendiciones, no porque nosotros la leamos, sino porque después de leerla, la ponemos en práctica.
Dios nos ha dado dones y habilidades y capacidades que han de ser utilizados para su gloria, y cuando las usamos para activar la palabra de Dios, no sólo en nuestra vida, sino también en la vida de nuestra familia y amigos, y vecinos y todo el mundo en nuestro ámbito de la interacción, y cuando la obedecemos incluso en su más mínimo detalle, entonces no vamos a tener necesidad de exigir que Dios cumpla sus promesas en nuestras vidas, pues estas se cumplirán justo ante nuestros ojos, y vamos a estar viviendo en el temor y el asombro de la gracia de Dios, y entonces, vamos a ver su gloria.
No hay una instancia en la Biblia en que las promesas de Dios no se cumplen, cada uno de estas promesas es cien por ciento confiable. En Josué 23:14 Josué dijo a su pueblo, reconozcan pues, con todo su corazón y con toda su alma que ni una sola de todas las buenas palabras que Jehová su Dios les dio ha fallado. Cada promesa se ha cumplido; ninguna ha fallado.
Y yo estoy diciéndote en esta hora. No habrá nunca una promesa incumplida de Dios. Sólo depende de ti. Por lo tanto toma posesión de sus promesas, y actívalas, exígelas, y decláralas y las veras hechas realidad a tu vida. Pero primero tienes que serle fiel a tu Dios, en el más mínimo detalle.
Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso. Romanos 3: 4
Rev. José A. Luna
Siervo de Cristo Jesús